¿Cómo saber si mi hijo tiene parásitos?

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¿Cómo saber si mi hijo tiene parásitos?

Los parásitos intestinales afectan más a menudo a los niños que a los adultos. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), estos parásitos habitan en el sistema digestivo de 2 mil millones de personas en el mundo (la tercera parte de la población).

Los viajes, los malos hábitos de higiene, tener contacto con personas portadoras de parásitos y consumir agua contaminada o alimentos mal lavados son algunas de las razones por las cuales los niños adquieren parásitos.

“Las parasitosis intestinales son infecciones que pueden producirse por la ingestión de quistes de protozoos, huevos o larvas de gusanos o por la penetración de larvas por vía transcutánea desde el suelo”.

Según la Academia Española de Pediatría y el Hospital Carlos III de Madrid, los siguientes son los cinco parásitos más comunes que provocan distintas afectaciones en los niños:

Giardiasis

Se trata de la parasitosis intestinal más frecuente a nivel mundial. Muy usual en niños de zonas endémicas y adultos que viajan a este tipo de lugares. La sintomatología puede ser muy variada: produce diarrea acuosa que puede cambiar sus características a esteatorrea (tipo de diarrea, caracterizada por la presencia de secreciones lipídicas en las heces fecales), deposiciones muy fétidas, distensión abdominal con dolor y pérdida de peso.

Amebiasis

Tras la ingestión de parásitos contenidos en alimentos y aguas contaminadas o por déficit de higiene en manos, los trofozoítos eclosionan en el intestino y el colon, y pueden permanecer en ese lugar o invadir la pared intestinal para formar nuevos quistes, que son eliminados al exterior por la materia fecal.

Sus principales síntomas son: gran número de deposiciones con contenido mucoso y hemático, volumen de la deposición muy abundante en un principio y casi inexistente posteriormente, dolor abdominal importante, tipo cólico.

Criptosporidiasis

Se produce por ingesta de parásitos procedentes de alimentos y aguas contaminados (piscinas comunitarias, parques acuáticos, aguas de lagos y pantanos) o por vía fecal-oral (frecuente en guarderías).

Los síntomas más comunes son: cuadro de deposiciones diarreicas acuosas con dolor abdominal, fiebre, náuseas, vómitos y signos de deshidratación y pérdida de peso, autolimitado y frecuente en niños en epidemias relacionadas con guarderías o piscinas.

Oxiuriasis

El parásito se desplaza hasta zona perianal, principalmente en horario nocturno, donde deposita sus huevos, muy infectantes, que quedan adheridos a la piel o en la ropa.

Con el rascado de la zona, se establecen bajo las uñas y se perpetúa la autoinfección por transmisión fecal-oral. Sus principales síntomas son: síntomas por acción mecánica (prurito o sensación de cuerpo extraño), invasión genital, despertares nocturnos, sobreinfección secundaria a excoriaciones por rascado y dolor abdominal que en ocasiones puede ser recurrente.

Tricocefalosis

Producida por la ingesta de huevos embrionados procedente de alimentos, tierra o aguas contaminadas. Las larvas maduran en ciego y colon ascendente, donde permanecen enclavados a la mucosa, produciendo lesión mecánica y traumática con inflamación local, y desde donde vuelven a producir nuevos huevos fértiles que son eliminados por materia fecal.

Dependiendo del grado de parasitación se dan sus síntomas, puede ser una infección desde asintomática, pasando por dolor cólico y deposiciones diarreicas ocasionales, hasta cuadros de inflamación de los intestinos acompañado de diarrea con sangre y prolapso rectal.

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