El crecimiento del niño puede fluctuar

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El crecimiento del niño puede fluctuar
Redacción Pediatría y Familia 

El peso y la talla son sólo números. Lo primero que hay que tener en cuenta, es que una curva de crecimiento es una manera más de evaluar la salud del niño y no la única que indica si está bien o mal alimentado. Además, ninguna curva se puede equiparar con el desarrollo real de una persona porque estos datos son el resultado de sumar y obtener la media de los pesos y las tallas de muchos de ellas.

Un percentil aislado no indica nada, sino cuántos pequeños pesan o miden, más y menos, que él dentro del conjunto de niños sanos de su edad. Por ejemplo, si el peso de un bebé está en el 15 quiere decir que el 15% de los demás que están sanos tiene un peso inferior a ese porcentaje.

El percentil 3 de peso y talla se usa habitualmente como límite de alerta absoluto. En estos casos, los pediatras sí que recomiendan realizar estudios para descartar posibles enfermedades. Aunque, este dato solo pone de manifiesto que un 3% de los niños sanos tiene un peso o una talla por debajo de esta cifra y no tienen por qué tener alguna patología.

Aunque parezca de sentido común, la obsesión de algunos padres hace que se olviden de que la genética también determina cómo es el niño. Lo más habitual es que la constitución de los hijos sea similar a la de sus progenitores. Así que, a veces sólo hace falta ser consciente de la fisonomía de cada uno.

Durante su crecimiento, un niño puede acelerar o ralentizar su aumento de peso o talla sin que implique un problema médico. De hecho, los bebés alimentados solo con leche materna frenan su peso en torno a los 4-8 meses, instalándose alrededor del percentil 50, sin que conlleve ningún tipo de enfermedad.

Desde el nacimiento hasta los 2 años, se monitoriza el peso, la talla y el percentil de los pequeños en todos los controles aunque no existe ningún estudio que haya demostrado que pesar y tallar sirva para algo. Además, en España a estos exámenes se les añade el handicap de que a la mayoría de los niños –incluidos a los alimentados en exclusividad con leche materna– se les clasifica con tablas de crecimiento que están basadas en los datos obtenidos de los niños alimentos con leche artificial. Dejando a un lado esta importante laguna sanitaria, lo fundamental es saber interpretar correctamente, y dentro de cada contexto, lo que indican estos datos.

Evidentemente, si un niño de forma continuada va bajando de percentil a partir de un momento determinado hay que realizar controles médicos. Por ejemplo, algunos no pueden digerir bien la leche artificial o el gluten y comienzan a frenar su crecimiento aunque no vomiten, ni tengan diarreas, ni erupciones en la piel.

Sin embargo, una bajada de percentil aislada no significa nada. Es necesario hacer una buena historia clínica en la que hay que tener en cuenta la edad del niño, si ha empezado la guardería, ha tenido un hermanito, come menos porque hace mucho calor, ha tenido alguna infección o gastroenteritis, entre otros factores.

Pero lo más importante, es cómo se ve al niño en general. Hay que estar atento a si está activo, contento, si juega como siempre y si mantiene interés por la comida. Es decir, hay que hacer una valoración global dentro de sus propias circunstancias.

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