Los aditivos alimentarios más peligrosos en los productos infantiles

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Los aditivos alimentarios más peligrosos en los productos infantiles

Pueden ser perjudiciales para la salud e, incluso, algunos se relacionan con el cáncer.

Los aditivos son sustancias que se añaden a los alimentos con el objetivo de conservarlos en buen estado o mejorar su olor, sabor o color. La gran pregunta que los padres nos hacemos es: ¿son tóxicos? ¿deben evitarse? Hay que tener cuidado porque, algunos de ellos, en altas dosis pueden relacionarse con la aparición de cáncer o casos de hiperactividad en niños. Saca lápiz y papel porque a continuación te contamos los aditivos alimentarios más peligrosos en los productos infantiles. 

¡Cuidado con los aditivos de los alimentos infantiles! 

Según las leyes establecidas en la Unión Europea, los fabricantes de productos destinados a la alimentación, infantil o no, están obligados a emitir información referente a todos los aditivos que contengan sus productos. En general, esta información se encuentra en el listado de ingredientes de dos maneras, primero, explicando cual es la función del aditivo en cuestión (antioxidantes, colorantes, conservantes, estabilizantes…) y, segundo, con su nombre y/o su numeración correspondiente.

La E al principio de la numeración de cada aditivo asegura que la Unión Europea ha estudiado a fondo el compuesto (estudios in vitro e in vivo, estudios de tolerancia, seguridad, cantidades diarias toleradas y/o recomendadas para el consumo…) para su potencial utilización en alimentos.

Posteriormente, y tras estos análisis, si el aditivo ha pasado los controles de seguridad que la Unión Europea exige para su utilización en la industria alimentaria, se determina en qué áreas de la misma (productos lácteos, cárnicos, conservas, panes y bollería…) puede dicho aditivo utilizarse. En estos casos el aditivo pasa a tener la condición de aprobado por la UE para su utilización en esos alimentos. Sin embargo, la asignación de una numeración E a un aditivo no asegura que el mismo haya sido aprobado -ni vaya a aprobarse- para su utilización en la UE.

Los aditivos pueden ser de origen natural o artificial, y dentro de los naturales, pueden proceder de animales o plantas. Que un aditivo sea de origen natural no lo hace más seguro que el de origen artificial ni viceversa, cada caso merece su estudio individual y, según vaya avanzando la ciencia, probablemente necesite revisarse para estar actualizado.

Los aditivos alimentarios más peligrosos y perjudiciales para la salud del niño y de los mayores 

Hay algunos aditivos, que a pesar de estar considerados como seguros según la UE, se han relacionado de manera más o menos significativa con problemas de salud. Veamos cuales son los que pueden ser potencialmente peligrosos:

Colorantes
Hay 6 colorantes que se han relacionado directamente con la aparición o el incremento de episodios de hiperactividad en niños. Estos colorantes son amarillo crepúsculo E110, amarillo quinoleina E104, carmoisina E122, rojo allura E129, tartracina E102, ponceau 4R E124.

Todos estos colorantes se encuentran muy distribuidos y en gran variedad de alimentos muy atractivos para los más pequeños, desde postres lácteos (natillas, yogures, batidos…) a zumos y refrescos, sin olvidar de los caramelos, chuches o los aperitivos salados (gusanitos, patatas e incluso algunos frutos secos).

Si bien la relación se ha probado de manera científica, no todos los casos de consumo de estos colorantes derivan en hiperactividad ni puede asumirse que la aparición de hiperactividad se deba, en exclusiva, al consumo de estos colorantes, por lo que la restricción de estos colorantes no asegura la desaparición de los síntomas de hiperactividad.

Sin embargo, y aunque la mayoría de estos colorantes se siguen considerando seguros en pequeñas dosis, se recomienda evitar estos aditivos en la medida de lo posible durante la infancia. De hecho, a día de hoy, el número de productos que contienen estos colorantes ha disminuido drásticamente con respecto a los que se comercializaban en el pasado y, en general, los productos que los contienen suelen llevar una advertencia al respecto.

Conservantes
Existen algunos conservantes que se han revelado en algunos estudios como potencialmente cancerígenos o carcinogénicos. Por ejemplo, el E320 o Butilhidroxianisol es un conservante potencialmente cancerígeno que está prohibido en la alimentación infantil en Australia, aunque está permitido en la UE. Se puede encontrar en muchos productos, principalmente en congelados prefritos (patatas, croquetas, varitas de pescado…), galletas y cereales de desayuno, frutos secos, bebidas lácteas y en gominolas y otras chuches.

Los nitritos y nitratos (E249-E252) son otro de los conservantes que deben evitarse, ya que se transforman, en el estómago en nitrosaminas, potencialmente cancerígenas. Se utilizan en productos cárnicos como los embutidos y salazones, y su consumo en la infancia, sobre todo antes de los 12 meses, puede además derivar en metahemoglobinemia, un tipo de anemia en el que la hemoglobina se ve afectada, impidiendo el transporte de oxígeno y su distribución a los órganos del cuerpo, con la gravedad que esto puede llegar a suponer.

Otros conservantes presentan efectos adversos relacionados con la posible hipersensibilidad al producto. La hexametilentetramina (E239), por ejemplo, que se utiliza como conservante en pescados y mariscos, puede conducir a reacciones alérgicas y urticaria en personas sensibles y, aunque no hay evidencia suficiente porque la observación se ha hecho solo en animales y con concentraciones extremadamente elevadas, podría ser potencialmente cancerígeno si se superan las cantidades diarias autorizadas por la UE.

Similarmente, el ácido benzoico (E210) y todos los benzoatos (E211-219), que se utilizan para prevenir el crecimiento de bacterias, hongos y otros microorganismos en bollería, pastelería y en precocinados (tortillas de patata, gazpachos…), tienen efectos secundarios en esta misma línea. Sin embargo, cuando se combinan en grandes cantidades con ácido ascórbico (Vitamina C, E300), pueden generar un compuesto cancerígeno, por lo que sería conveniente evitar la combinación de ambos.

Algunos conservantes son aún más controvertidos, ya que su peligrosidad está advertida por organizaciones de renombre. Por ejemplo, el ácido bórico y sus derivados (E284, 285), que pueden encontrarse en conservas enlatadas de pescado, están permitidos en algunos países de la UE a pesar de que la Organización Mundial de la Salud los considera inaceptables como aditivos alimentarios. Se relacionan con la aparición de cáncer de hígado en animales de experimentación.

Estabilizantes
Los carragenanos, E407, son uno compuesto de origen natural considerado inofensivo durante años. Sin embargo, estudios relativamente recientes en animales han revelado que pueden afectar seriamente al tracto gastrointestinal (úlceras, debilidad de la pared intestinal o mala absorción de minerales) además de favorecer el crecimiento de tumores cuando se consumen en cantidades superiores a las recomendadas por la UE.

Además, puede ralentizar el crecimiento tanto del niño como del feto si es una embarazada la que lo consume en cantidades elevadas. Este aditivo se utiliza como estabilizante en numerosos productos lácteos como natillas, flanes, batidos, helados, quesos, además de en mermeladas y gelatinas y también en productos cárnicos como los fiambres (mortadela, chopped, pechuga de pavo, salchichas…). En la actualidad son muchas las empresas que han decidido comenzar a evitar su utilización, sobre todo en alimentos destinados al uso en la infancia.

Antioxidantes
En este apartado encontramos el E385 o EDTA (ácido etilendiaminotetracetico), un compuesto con efecto quelante, es decir, capaz de retener minerales e impedir su absorción –facilita su expulsión vía heces, por lo que el organismo no puede utilizarlos-, pero que en grandes dosis puede provocar trastornos gastrointestinales como diarreas y vómitos e, incluso, problemas de coagulación. Este aditivo se encuentra en salsas como la mayonesa, además de en legumbres y otras verduras embotadas.

Edulcorantes
Los edulcorantes artificiales como el aspartamo (E951) o acesulfamo-k (E950) se utilizan como sustitutos del azúcar porque endulzan sin añadir calorías extra. Sin embargo, en estudios en animales se han observado tanto efectos secundarios a nivel neurológico como potencialmente cancerígenos. En pequeñas dosis pueden producir dolores de cabeza que pueden revestir cierta gravedad si el consumo es prolongado y continuo. Se utilizan en productos bajos en calorías, light o 0%, tanto en bebidas como en galletas o bollería.

Conviene añadir que algunas listas que circulan con aditivos potencialmente peligrososcontienen algunos que no están aprobados por la UE para su utilización en productos alimenticios, ya sea porque se han prohibido recientemente como uso alimentario o porque su utilización nunca fue apta para la industria alimentaria.

Además, es necesario añadir que, aunque estos aditivos estén permitidos en ciertos productos, no todas las marcas que comercializan esos productos los contienen, por lo que, si se quieren evitar, será necesario examinar minuciosamente el listado de ingredientes para averiguar que marca o marcas del producto que buscamos está exenta del aditivo potencialmente peligroso.

Guía Infantil | Carlota Reviriego

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