Marta Ivelisse Vélez |
Redactora de Pediatría y Medicina de Familia |
Según Beatriz Bengoechea, Psicóloga y orientadora familiar, durante el primer año de vida, el cerebro del bebé crece más rápidamente que nunca. Y para despertar la inteligencia infantil desde los primeros momentos del nacimiento nos ofrece los siguientes consejos a través de la revista Hacer Familia.
– Si la cabeza se voltea en la dirección del estímulo al reclamar su atención.
– Al cambiar la expresión del bebé, llegando incluso a sonreír.
– Cuando los ojos se agrandan y las pupilas se dilatan.
– Si los dedos de las manos y pies se movilizan en una especie de deseo de intentar tocar el estímulo.
– Al incrementarse la fijación visual de 4 a 10 segundos.
8 ideas
1. A gatear.
Desde que sean capaces no sólo hay que dejarles gatear, sino que hay que animarles a que gateen. Para ello, han de tener espacio suficiente, sin objetos peligrosos en los que puedan golpearse… Los movimientos que se realizan al gatear resultan cruciales para un ordenado desarrollo de su cerebro.
Prueba a ponerte a cuatro patas y a mirar tu casa desde el punto de vista de un bebé. Te ayudará a comprenderle y a preparar todo adecuadamente.
2. Bits de inteligencia.
En muchos colegios se utiliza este método de aprendizaje que consiste en presentar a los bebés, de un modo ordenado y previsto, “hechos” de información. Así, según categorías, se realizan cartulinas grandes, con la información destacada y precisa, que se enseñan sólo durante unos segundos al pequeño.
Con este método, se estimula la inteligencia de los pequeños, adquiriendo conocimientos como idiomas, matemáticas o música.
3. Cosquillas y caricias.
Reír es una actividad muy saludable que ayuda a crear un entorno agradable. Podemos jugar con nuestro hijo a hacerle cosquillas, caricias, de modo que se ría. Nosotros también nos reiremos con él para motivarle.
4. Cogerle en brazos.
Cuando nuestros hijos son bebés disponen de muchos modos de recibir información: captan la ternura y el cariño de un modo espontáneo. Por ello, hay que procurar cogerle en brazos, en momentos tranquilos, para que note esa cercanía, se sienta protegido…
Sólo en un ambiente así puede realizarse un programa de estimulación.
Además, es bueno que tanto el padre como la madre cojan a menudo a su hijo, aunque sólo sea para leer el periódico.
5. Balancearle.
Para ayudarle a recibir estímulos y a ver el mundo desde puntos de vista distintos, podemos jugar con nuestro hijo a balancearle. De este modo se desarrolla también su sentido del equilibrio. Una vez en brazos, formando con ellos una especie de cuna, le moveremos a un lado y a otro.
Cuando son un poco más mayores, podemos cogerle con cuidado de los brazos o de las axilas y darle vueltas como en un tiovivo.
6. Hablar y hablar.
No hay nada que le guste más a un bebé que el sonido de la voz de su madre y de su padre; y, además, es una de las actividades más estimulantes para él. Esos sonidos que aún no comprende transmiten mucha información. En poco tiempo, aprenderá a imitarlos y enseguida, de forma natural, a hablar. Es la mejor manera de estimular el lenguaje del bebé. Del mismo modo, si se le habla en algún otro idioma lo aprenderá espontáneamente.
7. Como croquetas.
Los niños aprenden jugando; el juego no es sólo actividad lúdica, sino estimulativa. Podemos jugar con él a las croquetas, que no consiste más que en hacerle dar vueltas en el suelo, como si se estuviera rebozando en harina.
Si son capaces, podemos ayudarles a dar volteretas, aunque necesitaremos un suelo blando para que no se dañen.
8. Manta de estimulación.
La meta de un programa de estimulación consiste en llegar a provocar la curiosidad y el gusto por la investigación y la experimentación. Algo que se consigue con una manta en la que se den diferentes texturas, elementos brillantes y de colorido, etc.
Marta Ivelisse VélezRedactora de Pediatría y Medicina de Familia |