Aunque muchos padres no lo saben, la hipoacusia o sordera es un problema infantil bastante común, que debe detectarse a tiempo antes de que el niño pierda la audición por completo. Según los especialistas, a veces los afectados por esta anomalía nacieron con una audición normal y sin problemas. De hecho, se estima que de 2 a 3 bebés por cada 1.000 desarrollará hipoacusia en cualquier grado.
Los médicos afirman que se puede saber fácilmente si un niño no escucha bien. Si se trata de un bebé, éste debe responder a la voz de su madre o a sonidos externos y también sobresaltarse cuando un sonido lo sorprende. Como parte del normal desarrollo del bebé, entre los 3 y los 5 meses, comienza a mover su cabeza en dirección a los estímulos sonoros. Y desde los 6 meses los padres pueden identificar si su hijo tiene problemas de audición, por ejemplo, si el niño presenta algún retraso en el lenguaje o no habla.
Algunos casos de hipoacusia son progresivos, es decir que se agravan con el tiempo, mientras que otros permanecen sin cambios. También existen hipoacusias transitorias, provocadas por infecciones en los oídos.
El tratamiento de la hipoacusia consiste en estimulación auditiva, en conjunto con logopedas y otros terapistas del desarrollo infantil. Para que el proceso se realice de forma correcta, el médico debe diagnosticar al niño con esta condición y revisar la gravedad de la misma.
En complemento a las terapias y en casos muy graves de hipoacusia, los especialistas optan por los implantes cocleares. Estos son unos dispositivos electrónicos que le permiten a los niños sordos notar los sonidos y ruidos del ambiente que los rodea. Así pueden llevar una vida normal y sin mayores complicaciones.