Redacción Pediatría y Familia
Cuando un bebé nace, los padres y los demás miembros de su familia se preocupan considerablemente por su salud. Aunque procuran seguir todas las pautas para mantener al bebé sin riesgos de contraer enfermedades o de sufrir cualquier malestar, en la vida real esto es un aspecto imposible de lograr. Para los niños, a pesar de estar vacunados y recibir atención médica oportuna, es necesario enfermar y padecer malestar para fortalecer sus defensas.
Dentro de estas primeras molestias, sin duda uno de los primeros lugares lo ocupa el reflujo gastroesofágico (RGE). Sin que muchos padres lo sepan con certeza, esto se presenta en los recién nacidos y bebés porque su sistema digestivo todavía es inmaduro al momento de nacer. Es decir, no está preparado en su totalidad para cumplir de forma correcta su función.
Este reflujo ocurre porque el esfínter ubicado en la parte inferior del esófago no sabe cerrarse completamente. Por ese motivo, la comida se devuelve del estómago a la boca. Este proceso es evidente cuando el pequeño regurgita la comida inmediatamente después de comer o cuando se extraen sus gases.
De acuerdo con los especialistas, se considera normal el RGE en bebés hasta los 18 meses. Si después de este tiempo el pequeño todavía se ve afectado por esta anomalía, se requerirán de análisis médicos para detectar la causa que origina esta patología.
Otros de los síntomas que se presentan con el RGE y que no se consideran sanos son los siguientes:
-Interrupción del sueño
-Sufrir de muchos gases
-Pérdida de peso sin explicación
-Espasmos abdominales
-Irritabilidad
De acuerdo con pediatras, si un caso de RGE no es tratado de forma oportuna y adecuada, a largo plazo el pequeño podría padecer de otras complicaciones del sistema digestivo como la esofagitis y requerir de una cirugía en el esófago para normalizar el esfínter esofágico.
