Por: Redacción Pediatría y Familia
Los niños del siglo XXI maduran físicamente más rápido que niños de otras épocas. Por eso, quizás, a los padres y abuelos de esta generación les parecen que sus hijos crecen más rápido o que dejan de tener una apariencia infantil de forma más temprana. Desafortunadamente, esto es un hecho que cada vez cobra más relevancia, ya que varios estudios científicos han estudiado el fenómeno. En esta ocasión, los huesos no son la excepción.
Recientemente, investigadores de la Universidad de Missouri (Estados Unidos) descubrieron que los niños de las generaciones actuales alcanzan la madurez ósea (el tamaño definitivo y la rigidez propia de los huesos) en lapsos más tempranos que sus padres o abuelos. En el caso de las niñas, la madurez se alcanza 10 meses antes y en los niños, a los 7. De acuerdo con declaraciones reportadas en la web infosalus.com, aportadas por la directora de este estudio, Dra. Dana Duren, “los hallazgos uestran que hay una ‘nueva normalidad’ en el momento en que los esqueletos de los niños alcanzarán la madurez completa”.
¿Cómo se llegó a esta conclusión?
Para obtener las conclusiones, la Dra. Duren y su equipo de trabajo analizó las radiografías de más de 1.000 niños nacidos entre 1915 y 2006. Los huesos observados en los rayos X correspondían a la muñeca y las manos con el fin de documentar un proceso conocido como fusión epifisaria, momento en el que se define el final del crecimiento de los huesos. Además, también se compararon los resultados con el Estudio Longitudinal de Fels, una investigación reconocida en la comunidad médica como el único estudio sobre crecimiento y desarrollo de 100 años de duración.
En el Estudio de Fels, se rastreó el inicio y final de la fusión epifisaria hasta niños nacidos en 1915. Dicha investigación reveló que los niños nacidos en la década de 1990 están llegando a su finalización de la fusión y, por lo tanto, a la madurez esquelética, más rápido que los niños nacidos en la década de 1930, reporta infosalus.com
A pesar de este importante hallazgo, los investigadores del nuevo estudio no tienen una causa definida para este fenómeno. Sin embargo, apuntan al uso de hormonas sintéticas como las hormonas ambientales como las posibles responsables. Esta revelación supone un importante hecho a tener en cuenta por especialistas pediátricos en ortopedia para tratar las enfermedades óseas de los niños con mayor éxito y eficacia.