Por: Inés O. Esquilín Rivera | Infectóloga Pediátrica, catedrática de la Escuela de Medicina Universidad de Puerto Rico y el Recinto de Ciencias Médicas
La enfermedad meningocócica es la manifestación clínica de la infección por la bacteria Neisseria meningitides (meningococo).
Esta es la principal causa de meningitis bacteriana en niños de 2 a 18 años de edad en los Estados Unidos. A nivel mundial los serogrupos A, B y C causan el 90% de las infecciones menigocócicas siendo los serotipos Y y W-135 menos frecuentes. En Europa y América los serotipos de mayor prevalencia son los serotipos B y C.
Entre 1,000 y 2,600 personas desarrollan anualmente la enfermedad meningocócica en los Estados Unidos. Cerca de un 10 a 15% de las personas con esta enfermedad mueren, aún cuando reciben atención médica y antibióticos intravenosos. De las que sobreviven la enfermedad, cerca de un 11 a 19% pierden sus brazos o piernas, se quedan sordas, tienen problemas con el sistema nervioso, o sufren convulsiones o accidentes cerebrovasculares.
Tras una incubación de pocos días la enfermedad meningocócica puede presentarse como meningitis, sepsis, meningitis y sepsis simultáneamente, o menos frecuentemente como neumonía, conjunctivitis o artritis. La meningitis es una infección del líquido que rodea al cerebro y la médula espinal. La sepsis es una infección generalizada que resulta de la invasión del meningococo al torrente sanguíneo.
El diagnóstico de esta enfermedad es clínico y puede no ser evidente al principio del cuadro. Se confirma por análisis y cultivo de sangre y del líquido cefalorraquídeo, el líquido que rodea al cerebro y médula espinal, y se obtiene por una punción en la zona lumbar.
La Academia Americana de Pediatría ha recomendado la administración de la vacuna contra el meningococo a todos los adolescentes sanos entre las edades de 11 a 18 años desde el 2005. Los niños en las categorías de alto riesgo deben recibir la vacuna a los 2 años de edad. Esperamos que con la vacunación activa podamos evitar las muertes y las secuelas severas asociadas a esta terrible enfermedad.
La meningitis se caracteriza por la aparición repentina de fiebre, malestar general, dolor de cabeza y rigidez del cuello.
A menudo viene acompañada de otros síntomas, como náusea, vómitos, sensibilidad a la luz y estado mental alterado. Puede progresar a convulsiones y coma. Si hay sepsis los pacientes desarrollan una erupción en la piel con lesiones purpúricas, signos de disfunción de distintos órganos, y disminución en la presión arterial.
La presentación suele ser aguda, a menudo fulminante, resultando en la muerte el paciente en pocas horas o días.
La transmisión se produce por vía respiratoria de persona a persona a través del intercambio de secreciones respiratorias y de la garganta, por portadores sanos que albergan el meningococo en su nariz o garganta pero no están enfermos o de una persona que sufre la enfermedad. Las personas cercanas a una persona con meningitis causada por meningococo deben recibir antibióticos para prevenir que contraigan la enfermedad. Esta intervención se llama profilaxis.
Se recomienda una dosis de la vacuna conjugada a todos los niños y adolescentes de 11 a 18 años de edad.
Cualquier persona puede contraer la enfermedad meningocócica. Sin embargo, es más común en bebés menores de un año y en personas con ciertos problemas médicos, como la ausencia del bazo, deficiencia de complemento o inmunodeficiencias. Los estudiantes universitarios de primer año que viven en residencias estudiantiles y los adolescentes de 15 a 19 años tienen mayor riesgo de contraer la enfermedad meningocócica.
¿Cómo se puede prevenir el contagio y desarrollo de la enfermedad?
Las infecciones meningocócicas pueden ser tratadas con antibióticos como la penicilina o las cefalosporinas. Aun así, aproximadamente una de cada 10 personas que contrae esta enfermedad muere y muchas otras quedan afectadas de por vida. Es por esto que prevenir la enfermedad con la vacuna antimeningocócica es sumamente importante para las personas con mayor riesgo.
En los Estados Unidos existen dos tipos de vacunas para prevenir la infección por meningococo, la vacuna de polisacárido y las vacunas conjugadas. La primera vacuna antimeningocócica conjugada (MCV4) fue aprobada en 2005 y la segunda en el 2010. Estas son las vacunas de preferencia para personas de 2 a 55 años de edad. La vacuna antimeningocócica polisacárida (MPSV4) existe desde la década de 1970. Puede usarse cuando no se dispone de la vacuna conjugada y es la única vacuna antimeningocócica autorizada para personas de más de 55 años. Las dos vacunas son efectivas y protegen al 90% de las personas vacunadas. Se considera que la vacuna conjugada ofrece una protección mejor y más prolongada.
Por lo general, esta dosis se administra durante las visitas programadas de vacunación de los adolescentes entre los 11 y 12 años de edad. Sin embargo, quienes no recibieron la vacuna durante esas visitas deben recibirla a la mayor brevedad posible. Todos los pacientes con condiciones médicas en categorías de alto riesgo deben recibir la segunda dosis de la vacuna 2 meses después de la primera dosis. Los adolescentes vacunados entre los 11 y 12 años de edad deben recibir una segunda dosis de la vacuna como refuerzo a los 16 años de edad.
Si una persona alguna vez ha tenido una reacción alérgica grave a una dosis previa de cualquiera de las vacunas antimeningocócicas no deberá recibir la segunda dosis. Toda persona que esté moderada a gravemente enferma en la fecha programada para vacunarse debe esperar hasta que se recupere, pero en general, las personas con una enfermedad leve pueden recibir la vacuna. Toda persona que alguna vez haya tenido el síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad del sistema neurológico, no debe recibir la vacuna.
Las vacunas, como cualquier medicamento, pueden ocasionar efectos adversos serios, como reacciones alérgicas graves. El riesgo de que la vacuna antimeningocócica provoque reacciones adversas graves es extremadamente bajo. Alrededor de hasta el cincuenta por ciento de las personas que reciben las vacunas antimeningocócicas podrían desarrollar enrojecimiento o dolor leve en el lugar de la inyección. Un porcentaje bajo de las personas vacunadas podrían presentar fiebre. De presentarse estos síntomas, generalmente duran de uno a dos días.