Los estilos de vida han cambiado considerablemente desde la época de nuestros padres y abuelos. En la actualidad, un buen número de personas cree que las relaciones no duran eternamente, así que son más populares las uniones recientes y los noviazgos largos que nunca culminan en matrimonio.
Dentro de estas nuevas situaciones están los divorcios y la creación de familias nuevas, aunque se hayan tenido hijos en la relación anterior. De hecho, no es inusual que hijos de diferente madre o padre se críen en un nuevo núcleo familiar conformado por otros hermanos, personalidades y gustos.
Para los especialistas, aunque estas alternativas familiares no son una novedad, conformar un núcleo familiar después de un intento que no funcionó, es un reto tanto para el hombre como para la mujer. Sin embargo, lo más importante es la nueva oportunidad que se abre para los dos seres humanos que deciden ser una familia. Esto es un acto de amor que debe prevalecer sobre cualquier otra cosa.
Para fortalecer este núcleo familiar, es posible que se decida tener un hijo en común. Un cambio que afecta a los niños de la casa, acostumbrados a otras normas y espacios. Sin embargo, recibir a un hermano nuevo (en el caso de un bebé o de la reunión de los hijos en común) es un proceso paulatino. Para tener éxito es importante presentarlos en los espacios compartidos y hacerlos partícipes de eventos importantes o la llegada del nuevo bebé.
Es muy importante que los adultos establezcan una relación basada en el respeto mutuo, evitar las comparaciones con la pareja anterior y su estilo de vida además de enseñar a los niños que ambas familias son igual de importantes. Esto garantizará la armonía familiar en todos los contextos.