Los niños son esponjas que captan, aunque no lo entiendan bien, hasta el más mínimo detalle que ocurre a su alrededor. Por eso, incluso cuando son bien pequeñitos, como padres y personas adultas que somos debemos cuidar el lenguaje cuando hay niños delante. ¿Qué puede pasar si no lo hacemos? Situaciones un tanto embarazosas como la que a continuación os paso a relatar y que viví hace unos días en primera persona con mi pequeña.
Padres, cuidad el lenguaje ¡y más si hay niños delante!
Hace unas semanas asistía con mi hija al cumpleaños de la hija de unos muy buenos amigos. Carmen cumplía 8 años y sus padres le habían preparado una fantástica merienda para grandes y pequeños. No faltaba detalle en el evento, comida deliciosa y muy bien elaborada, bebida para todos, buena música, decoración…
Adultos y pequeños compartíamos espacio: una amplia terraza con diferentes zonas para jugar, estar sentados y picar algo. Los pequeños corrían y jugaban en el patio y los adultos, como suele ser habitual, estábamos con un ojo en nuestros hijos y otro en la rica merienda, a la vez que intentábamos tener alguna conversación que de vez en cuando se interrumpía por los pequeños.
Las conversaciones, que eran variadas, iban y venían. De pronto un papá, contestando a un piropo que recibió su pequeño gateador de unos 10 meses, dijo: ‘Le vestiré de mariquita como va ahora hasta que cumpla un año, luego ya le vestiré de hombre’. ¡Hubo algunas risas en el foro!
Mi hija, que andaba próxima a mí y creo que no escuchó el comentario íntegro, se acercó y pidiéndome que me agachara, me preguntó bajito mientras miraba al pequeño gateador, que para aclaración de muchos iba vestido en tonos pasteles, cuál era la ropa para vestir de mariquita. A ella le encantan los disfraces y me imagino que en su cabecita colocó al pequeño gateador con un caparazón rojo y brillante, grandes lunares negros y unas preciosas antenas.
Utilizando la famosa y acertada técnica de la pregunta, yo le pregunté: ‘¿Tú cuál crees que es la ropa que lleva una mariquita?’, a lo que ella me respondió con la descripción detallada del disfraz, y yo le dije: ‘Eso mismo es lo que estaba pensando yo, cariño, porque si hubiera dicho de cocodrilo sería otro disfraz, ¿verdad?’. Las dos nos reímos.
A continuación, ella inició una larga lista de posibles disfraces ponibles de animales y, por suerte, me pareció la mejor forma de salir de esa situación para que la que mi hija aún no estaba preparada para entender. Pero sí, todas las personas adultas que estábamos allí, entendimos el significado que él quiso dar con su comentario, nada acertado desde mi punto de vista por muchos motivos.
Los padres, referentes en la educación de sus hijos
Cuando compartimos espacios adultos y pequeños debemos ser mucho más conscientes de lo que hablamos, cómo lo hablamos e, incluso, cómo es nuestra comunicación no verbal. Para los niños y las niñas somos referentes, y ellos aprenderán más de lo que hacemos que de lo que les decimos a ellos que hagan.
La forma de hablar, los tonos, los insultos, los comentarios sarcásticos o irónicos también los ven y oyen, y si hay niños o niñas curiosas, pueden preguntar qué significa y quizá no sea el momento para que lo aprendan. Por lo que es necesario que estemos atentos, muy atentos a lo que decimos y delante de quién lo decimos.
Yo, como adulta, tengo claros mis valores y con ellos voy por la vida, pero mi hija y el resto de los niños que allí había están aprendiendo y eligiendo sus valores, que en la mayoría de los casos crecerán con los de su madre y de su padre, en definitiva, de sus referentes adultos.
Este un claro ejemplo de por qué es tan importante cuidar nuestro lenguaje siempre, pero más cuando hay niños delante.
Guía Infantil | Marga Santamaría