7 errores que cometí con mi primera hija y no repetí con la segunda

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7 errores que cometí con mi primera hija y no repetí con la segunda

Cuando la maternidad se convierte en un aprendizaje de la propia vida.

¿Quién dijo que esto de la maternidad fuera fácil? ¡Qué va! Ser madre es un continuo aprendizaje para todas las partes implicadas (niños y adultos) y un proceso en el que se cometen errores, pero también se producen, por suerte muchos aciertos. Eso sí, la maternidad es un máster donde la experiencia cobra un valor muy importante. Hoy te quiero contar esos errores que cometí con mi primera hija y no repetí con la segunda, aunque con la pequeña tuve otros, pero eso es otro tema. 

Fallos que se cometen con el primer hijo y se solventan con el segundo 

Como madre de dos hijas (se llevan cuatro años) siempre he intentado criarlas a las dos de la misma manera, pero con el paso del tiempo tuve que aceptar que eso era algo imposible. Yo no era la misma persona cuando tuve a la mayor que cuando nació la pequeña; por otro lado, las circunstancias que teníamos en casa eran totalmente distintas y, además, ellas desde el principio empezaron a dejar muestras de sus particularidades. 

1. Hacer tuya la frase: “Yo nunca”
Cuántas noches pasé en vela paseando de un lado a otro de la casa e, incluso, dando paseos a media noche (mi hija mayor nació en agosto en plena ola de calor) por los parques de mi barrio para intentar que la niña se durmiera. Y todo porque me negaba a meterla conmigo en la cama para que no se acostumbrara. ¡Qué ignorancia la mía! Con la segunda, me di cuenta de que esa estrategia era nefasta para mí, porque al final no dormimos ninguna de las dos y al día siguiente era un perro con malas pulgas, así que desde el primer momento la pequeña durmió a mi vera, ¡practiqué el colecho!

2. Juzgar a otros padres
Cuando te conviertes en mamá, crees que todo lo tuyo es lo mejor e, incluso, que tú tienes la verdad absoluta. Tengo que reconocer que la maternidad me superó en los primeros meses. Yo que soy una mujer de rutinas, de horas, de normas y de límites intenté que mi bebé las tuviera desde el primer momento, pero ¿qué pretendía? Pronto me di cuenta de que eso era imposible y empecé a dejar de ver a otros padres como “irresponsables” por no acostar a su hijo a las 21.00 horas de la noche y entendí que cada bebé es un mundo, que lo que funciona con uno puede que no lo hago con otro, que cada maestrillo tiene su librillo y que, como dicen mis amigas del grupo de postparto a las que les debo media vida, esto de la maternidad es supervivencia diaria. 

3. Dejar de comparar 
Recuerdo la lista de dudas y preguntas con las que me presentaba en la consulta de mi querida pediatra. ‘Mi bebé tiene seis meses y aún no le ha salido ningún diente, ¿es normal?’, ‘¿Por qué todavía no ha dicho ningún palabra?’ o ‘¿Es normal que con 14 meses no ande solo?’. Y es que para mí era inevitable comparar a mi princesa con el resto de niños que tenía a mi alrededor para asegurarme de que su desarrollo era el óptimo. ¡Menos mal que con la segunda estas preocupaciones pasaron a un segundo plano!

4. Comprar todo de estreno 
Su primer body, sus primeras zapatillas, su primer cochecito….Con el nacimiento del hijo mayor, los padres nos volvemos un poco locos: queremos que el pequeño estrene todo, sin darnos cuenta, por ejemplo, que habrá ropa que solo le pongas una o dos veces o que se quede en la percha del armario con su etiqueta. Por suerte, con la segunda me volví más practica, y aunque sí la compré cosas nuevas, reutilicé muchas de su hermana y he invertido este “presupuesto” en otras más diferentes y chulas.

5. Acudir al hospital a la primera señal
La primera vez que mi gordita tuvo 38 de fiebre, ¡no me lo pensé!: me fui corriendo al hospital. Tenía tanto miedo que ni siquiera me puse a pensar en darle algo para bajarle la temperatura o en hacer algo tan sencillo como quitarle las ocho capas que llevaba encima. Sé que no hice mal, pero después de estarme más de 3 horas allí, pensé que quizás había sido un poco alarmista. ¡Madre precavida, vale por dos! Aunque eso sí, con la segunda, lo medito antes y evaluó la situación. ¡No es plan de colapsar las urgencias! 

6. Googleaer de manera inconsciente
Cuando tienes un bebé de apenas unos días en tu casa, ¡tu vida es un mar de dudas! Por qué no come, por qué no duerme, por qué no hace caca… ¡hay tantos porqués! Lo más fácil es recurrir a internet, donde nos podemos encontrar site con información muy veraz y contrastada, pero también corremos el peligro de dar con una web repleta de bulos y falsas noticias. Un consejo: Google no es un médico, Google no conoce a tu bebé, Google no ha estudiado ninguna carrera. Ante cualquier duda, ¡acude a tu pediatra! 

7. Hacer caso de todo
A la inexperiencia de no haber tenido ningún bebé contigo antes, se le une el estado de la mujer tras el parto, lo que la convierten en una mujer llena de miedos, inseguridades y con una sensibilidad que alcanza cimas insospechadas. Y así pasa, que si esa visita que te ha ido a ver al hospital (por cierto, ha sido madre pero nunca dio el pecho), te dice que no te comas el gazpacho porque después se lo vas a transmitir al bebé por tu leche materna, tú sacrificas ese rico manjar por no dañar a tu pequeño y, digámoslo, por ignorancia. Menos mal que con el segundo, una ya está curada de espanto y esos comentarios tu mente no los procesa. 
 

Si estás en ese proceso de decidirte a tener un segundo bebé, ¡yo te animo! Llevas ya mucho aprendido de tu primer hijo y, quién sabe, quizás eres de esas súper heroínas, como yo las llamo, que se animan a por un tercero o un cuarto. 

Guía Infantil | Lidia Nieto

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