1. Niños de corral
Puede ser más conveniente empujar a tu hijo en un cochecito (carriola), amarrarlo a la silla del coche o sentarlo en el carrito del supermercado, pero lo estás inmovilizando, un estado que no es natural en los niños de 2 a 4 años. Cuando no estés apurada, deja que tu hijo ande libremente (siempre vigilado, por supuesto).
Una de las mejores maneras de asegurarte de que tu hijo haga todo el ejercicio que necesita es salir al aire libre. Los niños chicos suben, corren y saltan mucho más afuera que cuando están atrapados en el interior de un lugar (donde escuchan un montón de advertencias para dejar de saltar en el sofá, por ejemplo). Así que busca algún lugar seguro de juegos al aire libre, abriga a tu hijo si es necesario y lleva contigo pelotas y un juguete de montar o empujar. Juega a atraparlo o a perseguirlo, y también lograrás que haga un poco de ejercicio.
¿Estás aburrida de tu parque local? Vayan a la playa o a un lago en busca de tesoros escondidos, o caminen por un sendero en la naturaleza, en busca de criaturas curiosas. Después de la cena, aventúrense a una caminata lenta en busca de la luna y las estrellas.
2. Sacude, menea y gira
Cuando no puedan salir, porque esté lloviendo, tu bebé está enfermo o a tu hijo le ha dado una pataleta porque no quiere vestirse, pon música animada o bailable. No tienes que escoger música infantil para hacer mover a tu pequeño (conocemos niños pequeños que tienen debilidad por Shakira y Ricky Martin). Cualquier canción con un ritmo básico puede conseguir el resultado deseado. Levántate y disfruta con tu hijo; los dos pasarán un buen rato.
3. Hagan ejercicio juntos
Ya sabes que lo que dices tiene un impacto en la manera en que tu niño habla, y lo que comes afecta a los hábitos alimenticios de tu hijo. Lo mismo sucede con el ejercicio: la condición física de tu hijo se ve fuertemente influida por la manera en que pasas tu tiempo libre. Así que, cada vez que puedas, camina hasta las tiendas, la biblioteca o la casa de un amigo en vez ir en el auto (lleva un cochecito, si sospechas que se cansará y, si no, también puede ser útil para cargar los paquetes). O empújalo en un coche diseñado para trotar mientras corres; luego, sácalo y caminen juntos. En casa, invítalo a que hagan juntos tus ejercicios de yoga o un video de ejercicios que hagas habitualmente, y asegúrate de que algunas salidas con la familia sean activas (por ejemplo, nadar en la piscina local, jugar fútbol en el parque o volar un cometa en el campo) en lugar de actividades sedentarias, como dar un paseo en auto.
4. Invita a sus amigos
No hay nada como tener amigos cerca para animar a tu hijo a que haga ejercicio. Invita a su mejor amigo a pasar un tiempo chapuceando en la piscina infantil. Enséñales a los dos a rodar por una colina pequeña. Si eres parte de un grupo de juego que se reúne semanalmente, asegúrate de que algunas veces los niños tengan la oportunidad de pasear, saltar y dar volteretas, por supuesto, bajo la atenta mirada de un adulto. O planeen reunirse en el parque local para que los niños puedan ejercitar sus extremidades mientras ustedes hablan.
5. Considera apuntarlo en una clase
Incluso a esta temprana edad, tu hijo puede sacar mucho provecho de una clase de natación, un gimnasio para niños, o una clase de música y movimiento. Pero no te excedas. Su temperamento, rutina diaria, y necesidades sociales deben ser tu guía. Un niño que está en la guardería cinco días a la semana puede encontrar que una clase más es demasiado, mientras que un niño que es muy sociable y que pasa la mayor parte de su tiempo contigo, puede entusiasmarse con un par de actividades programadas a la semana.
El objetivo principal, sin embargo, es hacer el ejercicio divertido, no producir un futuro atleta olímpico. No presiones a tu hijo a sobresalir en atletismo a tan temprana edad. En su lugar, busca instructores con experiencia en trabajar con niños que fomenten sus ganas de hacer ejercicio o jugar un deporte, pero no lo presionen. También busca un equipo que sea seguro y de la edad apropiada, y todas las formas que favorezcan el juego libre por encima de una rutina estricta. El tamaño de la clase también puede ser una preocupación: algunos niños se agobian en situaciones con mucho ruido y un montón de pequeños saltando por todas partes. Antes de comprometerte, pide que tu hijo asista un día a la clase para asegurarte que la disfrutará.