Amigdalitis en la infancia: ¿operarlas o antibiótico?

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La amigdalitis es la infección de las amígdalas palatinas, unas glándulas situadas al fondo de la cavidad oral, por debajo del paladar, y es una de las infecciones más frecuentes en la infancia. Cuando las amígdalas se infectan, sufren una inflamación y aumento de tamaño, dando lugar a sus signos más comunes: dolor de garganta y fiebre.

Las amígdalas están formadas por tejido linfático y forman parte del sistema de defensa del área faríngea, ya que su función es crear anticuerpos y células defensivas que se encargan de proteger al organismo frente a las infecciones producidas por microorganismos que entran en contacto a través del aparato respiratorio (nariz y garganta).

Hace unos años era muy frecuente extirpar las amígdalas en los niños, pero en la actualidad cada vez se da más importancia a su papel defensivo, especialmente en los tres primeros años de vida, y la actitud respecto a su extirpación es mucho más conservadora.

La infección de las amígdalas puede ser causada por virus y bacterias, aunque existen otros casos en los que forma parte de otro cuadro más amplio con otros síntomas, como por ejemplo la mononucleosis infecciosa.

En la mayoría de ocasiones son de causa vírica, por lo que no necesitan tratamiento antibiótico. Las amigdalitis bacterianas sí requieren tratamiento antibiótico, y en ocasiones pueden causar complicaciones. En la actualidad la indicación de extirpación quirúrgica de las amígdalas está menos extendida y sólo se reserva para situaciones muy determinadas

Los síntomas de la amigdalitis son ligeramente distintos según su causa sea vírica o bacteriana:

Las amigdalitis víricas son las más frecuentes, especialmente en los niños menores de tres años. Además del dolor de garganta, suelen dar fiebre no muy elevada (menos de 39ºC). Se acompaña de síntomas catarrales con tos escasa, ojos rojos (conjuntivitis) y mucosidad nasal.

En la exploración, las amígdalas suelen estar inflamadas y enrojecidas, pero sin pus. Es frecuente que haya pequeñas úlceras o vesículas en el fondo amigdalar. La inflamación de los ganglios del cuello (adenopatías) es menos importante que en las amigdalitis bacterianas y, si se palpan, son de pequeño tamaño.

Hay muchos virus que pueden dar amigdalitis víricas (coxsackie, adenovirus…, y es frecuente encontrarlos en cualquier época del año.

Las amigdalitis bacterianas son raras en los niños pequeños y algo más frecuentes en los niños mayores de cinco años. Suelen dar fiebre muy alta de inicio brusco (más de 39ºC y hasta 40ºC), en picos frecuentes que se asocian a escalofríos. No suele haber síntomas catarrales.

Las amígdalas están muy inflamadas, con pus en su superficie, visible en la exploración. Los ganglios cervicales (adenopatías) están más aumentados de tamaño y se pueden palpar fácilmente. También es frecuente encontrar un punteado rojizo en el paladar (también llamado enantema palatino).

La causa más común de este tipo de amigdalitis es la infección por estreptococo del grupo A  (Streptococcus pyogenes) y es más frecuente en otoño e invierno.

Complicaciones de la amigdalitis

Las amigdalitis bacterianas sí que deben ser tratadas con antibiótico. Aunque poco frecuentes, puede dar lugar a complicaciones por extensión de la infección a zonas adyacentes (sinusitis, otitis, abscesos periamigdalinos) que, en ocasiones, requerirán tratamiento con antibiótico intravenoso. Las complicaciones más importantes son secundarias al estado inflamatorio generalizado que produce la amigdalitis bacteriana, pudiendo producir fiebre reumática, inflamación del riñón (glomerulonefritis), e incluso shock tóxico si la infección se extiende por vía sanguínea, produciéndose en este caso compromiso vital. Afortunadamente, estos casos son muy poco frecuentes

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