Calmar los berrinches de los niños según Montessori sin desquiciarse

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Calmar los berrinches de los niños según Montessori sin desquiciarse

El método Montessori te da las claves para acabar con las rabietas de forma respetuosa

Las rabietas de los más pequeños de la casa, ¿qué decir de ellas que no hayamos dicho ya? Son una señal de la falta de tolerancia a la frustración, todos los niños pasan por ellas en mayor o menor medida y los padres tenemos muchas opciones y herramientas en nuestra mano para poder ayudarles y no empeorar aún más la situación. A continuación podrás leer una serie de consejos para calmar los berrinches de los niños siguiendo el efectivo y respetuoso método Montessori. ¡No te lo querrás perder!

Claves del método Montessori para calmar los berrinches de los niños

María Montessori, pedagoga, médica, filósofa y gran pensadora de la que ya te hemos hablado en alguna ocasión, defendía que hay que estar al lado de los niños para guiarles en su camino mostrando siempre amor y mucho respeto. Y también decía que se ha de dar espacio a cada pequeño para que manipule los objetos que tiene a su alrededor, conozca y explore el mundo que le rodea, aprenda de sus propios errores y a la vez permitir que hable de sus sentimientos y emociones. ¿No son estas las bases para gestionar las rabietas con éxito?

Las rabietas o berrinches son enfados o frustración en estado puro por no conseguir lo que se pretende, ya sea quedarse en el parque un rato más o ese juguete que acaba de ver en el escaparate. Pero también son emociones contradictorias que sienten niños y niñas que pueden acabar en llanto descontrolado o en una conversación con sus papás en la que la autoestima del niño se reforzada. Veamos, pues, cómo calmar las rabietas de los niños siguiendo las técnicas Montessori.

1. Gestionar las rabietas desde el respeto

Puede que tú también estés enfadada y cansada pero has de comprender que para acompañar a tus hijos en sus rabietas lo debes hacer desde el respeto. Quizás en ese momento en el que él no hace más que gritar y llamar tu atención te cueste entender el por qué de su enfado, este paso vendrá después.

Lo que NO debes hacer en ningún momento es gritar, sujetarle o regañarle. ¿Qué funciona? Dos cosas básicamente, darles su espacio para que suelten esa explosión de sentimientos y ofrecerles un abrazo sincero. Tras una rabieta, el niño nota que ha perdido el control y lo que más le puede ayudar a recuperarlo es un abrazo de sus papás repleto de amor.

2. ¿Qué necesitas?

Obvio que si el niño está en plena rabieta y tú le haces esta pregunta la respuesta será más gritos y lloros. Ahora bien, si le dices ¿necesitas un abrazo? ¿Necesitas salir de la habitación? ¿Necesitas que te dé la mano? Las respuestas pueden ser sí o no con la cabeza y esto te hará ganar mucho terreno para dar el siguiente paso.

3. ¿Por qué te has enfadado? Es hora de dialogar

Montessori creía que se puede aprender mucho de los niños si se les escucha y se les da el tiempo necesario para que expresen lo que necesiten. Una vez el niño se ha calmado, es hora de hablarle y hacerle preguntas cortas que pueda responder fácilmente, el objetivo es saber el motivo de su enfado. ‘¿Te has disgustado porque no te he comprado el juguete?’ ‘¿estás cansado?’. El siguiente paso es decirle claramente que le entiendes pero que el hecho de que se sienta así no es razón para que actúe de esa forma.

4. Agáchate para estar a su altura

No es sencillo para los padres tratar las rabietas y no es sencillo para los hijos pasar por ellas. Que el niño grite y patalee hace en ocasiones que el padre o la madre se ponga a la defensiva, lo que se contradice con el punto anterior. Cuando notes que tu hijo está a punto de tener un berrinche, agáchate, háblale con voz calmada y dile que si te quiere decir algo le escucharás encantado.

Sé que es más fácil de decir que de hacer, sobre todo si es la hora de salir de casa para no llegar tarde al trabajo, pero hay veces que se logra evitar el disgusto al niño. ¿Sabías que la empatía calma la mente y el cuerpo? Cuando veas que ya no puedes más, trata de ponerte en el lugar de tu hijo.

5. No juzgues la emoción de tus hijos

Enfadarse, llorar y estar triste o frustrado no es malo. Se trata de que el niño sepa comunicar cómo se siente o qué es lo que quiere sin patalear, decir palabrotas o incluso pegar. Reconocer los sentimientos y ponerle a cada uno la etiqueta que le corresponde ayuda a recuperar el control a grandes y pequeños.

6. Anticípate a las rabietas

Si ya sabes que a tu niño le da el berrinche cada vez que se acaba la hora de juego en el parque, lo mejor es que te anticipes y uses tus mejores cartas. Por ejemplo, dale el toque de queda de que en cinco minutos habrá que irse del parque y dile también lo que haréis después, ir a casa a cenar, leer un rato…

Los berrinches son amigos del cansancio y del sueño, dos factores a tener bien presentes, por lo que busca distracciones sanas como jugar a algo o mirar el paisaje. El cerebro se relajará y la rabieta desaparecerá o al menos bajará de intensidad.

María Montessori afirmaba que: ‘El adulto es guía, el adulto propicia el aprendizaje y, por encima de todo, el adulto es un modelo que se debe imitar y seguir.’ Ahora ya sabes cómo ser ejemplo de calma y apoyo para tus hijos.

Guía Infantil | Beatriz Martínez

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