Actualmente, el ritmo de vida que llevamos no nos facilita que les demos a nuestros hijos el tiempo que necesitan para hacer las cosas ellos solos. Desde por la mañana corremos entrelazando tareas para intentar llegar a todo. Muchas veces, nos resulta mucho más cómodo y eficaz hacer las cosas nosotros mismos en vez que nuestros hijos. Así vamos mucho más rápido y evitamos conflictos o problemas. No les permitimos hacer lo que son perfectamente capaces de hacer sin ayuda.
Educar es ayudar y acompañar a los niños a que sean independientes, autónomos y adquieran las habilidades necesarias para que puedan valerse por sí mismos. Desde bien pequeños es muy importante que les enseñemos a hacer las cosas sin nuestra colaboración para que puedan ir adquiriendo habilidades para la vida que les posibiliten superar las piedras que se vayan encontrando en el camino.
La autonomía es la educación para la independencia y comienza por la responsabilidad. Es la capacidad de una persona de desarrollar tareas de manera independiente, hacer sus propias elecciones, tomar sus decisiones y responsabilizarse de sus consecuencias. Además, es una capacidad básica imprescindible para que en el día de mañana nuestros hijos e hijas sean responsables, puedan conseguir todo aquello que se propongan y sean mucho más felices. Hay que fomentarla en todos los aspectos de la vida de nuestros hijos: en los hábitos, el ocio, las relaciones sociales, las tareas académicas o del hogar, etc.
¿Cómo podemos fomentar la autonomía de nuestros hijos?
Educar en la autonomía es la base para aprender de manera constante durante toda la vida, es formar a nuestros hijos e hijas de manera que puedan avanzar en su día a día superando obstáculos, alcanzando la independencia y madurez. Como dice un proverbio chino: “Cuanto más larga sea la cuerda, más alto volará la cometa”.
Fuente consultada aquí