Las convulsiones febriles pueden producirse ante cualquier infección vírica que aparezca con fiebre y se da con más frecuencia en niños menores de 5 años (suele existir cierta predisposición individual). Pese a que la aparición de fiebre es una defensa del organismo para combatir mejor las enfermedades, en el caso de los niños que las padecen, debe tenerse bajo control para que no surjan estos desagradables episodios. Pérdida de conocimiento, ojos vueltos, contracciones musculares, entre otras.
En el caso de que se produzca, debemos mantener la calma y seguir las siguientes recomendaciones, dirigidas a evitar que el niño pueda sufrir lesiones:
Saber que, aunque es aconsejable ser valorado por el pediatra en el primer episodio, la mayoría de las veces no requiere hacer exploraciones complementarias.
En los casos en que la convulsión sea atípica, porque se produzca en niños mayores o excesivamente pequeños, dure más de 15 minutos, los movimientos sean de un brazo, una pierna, o se produzcan después de las primeras 24 horas de la fiebre, se acompañen de decaimiento excesivo, vómitos, manchas en la piel o intenso dolor de cabeza entre otros , será obligado descartar que exista alguna patología más grave como causa de la convulsión.
Existen otras causas, más importantes, por las que un niño puede convulsionar, secundarias a una infección del sistema nervioso central (graves), alteraciones hidroelectrolíticas , patología de base (epilepsia) ó tras traumatismos (lesión intracraneal) y son estas las que debemos descartar cuando se produce una convulsión.
Recuerda que esta información es solo de carácter informativa y preventiva y bajo ningún concepto reemplaza la consulta con el pediatra o su especialista en salud infantil.