Pautas para enseñar a los niños la privacidad de su cuerpo y el sentido de la intimidad.
Educar en el valor hacia los cuerpos facilita que los niños y niñas desarrollen una sana autoestima, autonomía, autoconfianza y se relacionen con los demás desde el respeto a su cuerpo y al de los otros. Además, el hecho de que aprendan a reflexionar sobre el cuerpo propio y de los demás, les ayuda a convertirse en personas sanas y responsables.
Estrategias para enseñar a los niños que nadie puede tocar su cuerpo
Te ofrecemos algunos principios para enseñar a los niños sobre la privacidad de su cuerpo y ayudarles a desarrollar un sentido de intimidad y respeto por sí mismo.
- Habla con él/ella de manera abierta y directa sobre las diferentes partes del cuerpo, sus funciones, sus formas. Utiliza los nombres correctos de cada parte. Charla sobre la diversidad de los cuerpos y de los cambios que se producen en él a lo largo de la vida. Explica que los cuerpos tienen distintos colores, tamaños, talentos, limitaciones, que hacen a cada persona única y especial. Enséñale que hay cosas que podemos elegir o modificar (elegir si utilizamos los brazos y manos para pegar o para acariciar) y otras que no dependen de nuestros deseos y son como son (el color de nuestros ojos, ser altos o bajos, tener la nariz de una u otra forma). Intenta no poner toda la atención en cánones estéticos y enséñale a aceptar, validar y disfrutar de su cuerpo y de los cuerpos ajenos. Cambia el “¡Qué nariz más bonita!” por “¡Qué bonita esta nariz que te permite oler muchísimas cosas agradables!”.
- Enséñale a cuidar su cuerpo. El cuerpo es el medio a través del que nos conocemos y experimentamos el mundo y, por eso, es importante que decidamos cuidarlo. Intenta que adquiera autonomía en las conductas de higiene y autocuidado: comer sano, practicar ejercicio, asearse… Porque son conductas de cuidado y agradecimiento al cuerpo. Prueba a cambiar el “Hay que ducharse, te pongas como te pongas” por “Nos duchamos para que nuestro cuerpo esté limpio y sano”.
- Permite que exprese sus dudas y curiosidades, sin censurarlo. Procura adecuar la información a la edad y características de tu hijo/a. Ante la pregunta “- ¿Por qué tienes pelos en las axilas?” en lugar de contestar “hay que ver, ¡en qué cosas te fijas!” prueba a decir – Porque cuando nos hacemos mayores suele salir vello en el cuerpo”. Crear un clima de confianza facilitará que cuente con tu ayuda en caso de necesidad.
- Facilita a tu hijo/a el descubrimiento y reconocimiento de las sensaciones agradables y desagradables que aporta el cuerpo. Los besos, las caricias, los abrazos, la distancia, los olores, sabores, el dolor … Cada persona tiene unas sensaciones en su cuerpo y nos ayudan a identificar lo que nos gusta y lo que nos disgusta, lo que genera cercanía o distancia. Procura no evaluar o juzgar los gustos de tu hijo/a y acepta su derecho a vivir su cuerpo a su manera. En lugar de “¡Qué frío/a eres!” dile “A mí me gustan los abrazos, pero entiendo y respeto que a ti puedan no gustarte”.
- Respetando sus gustos y opiniones, le ayudas a identificar y aprender a actuar en situaciones de abuso. Si te dice “- ¡Qué asco! No me gusta que me limpies las legañas con tu saliva”, en lugar de contestarle “Anda, déjate de tonterías, ¡que soy tu madre/padre!” puedes decirle – “Perdón hijo/a, no sabía que no te agradaba, a partir de ahora, no lo haré. Gracias por decírmelo”).
- Con el cuerpo realizamos acciones públicas y privadas y tu hijo/a necesita aprender a reconocer y utilizar los comportamientos adecuados a cada situación. Mientras los niños y niñas son bebés, no existe diferencia entre lo íntimo y lo compartido, pero han de ir aprendiendo a diferenciarlo progresivamente. Respeta su espacio y acciones íntimas y privadas (orinar y miccionar, ducharse, cambiarse de ropa, etc.) y pídele que respete las tuyas y las de los demás (que se acostumbre a llamar a la puerta antes de entrar al aseo si hay alguien dentro, a respetar que pueda haber personas que se sientan incómodas si se sienten observadas mientras se cambian, etc.).
- Como cada cuerpo es distinto y cada uno/a puede tener diferentes sensaciones(agradables y desagradables, cómodas e incómodas) y distintos límites de privacidad, los niños y niñas han de aprender a respetar los límites propios y de los demás. Enséñale a decir NO y a respetar el NO de los demás. Explícale que las personas podemos decidir quién, qué, cómo y cuándo tenemos contacto con otros cuerpos y nadie puede obligarnos a hacerlo si no lo deseamos ni decidimos. Intenta no exigirle hacer cosas que no quiere y déjale decidir. No temas que parezca maleducado/a. Si no quiere dar besos, está en su derecho, explícale que cuando se llega a un sitio se saluda, pero puede decidir cómo hacerlo. ¿Acaso los adultos damos besos a todas las personas a las que saludamos? Cambia el “Da un beso” por “Saluda”.
- Los niños a veces no reconocen las formas y partes del cuerpo apropiadas e inapropiadas de tocar. Explícale que nadie le puede obligar a hacer algo que le haga sentir mal, ni él/ella puede obligar a otros. La ropa interior es un límite claro y fácil de recordar. “Nadie, excepto papá y mamá cuando te ayudamos, o los médicos cuando te curan, puede tocarte ni pedirte que le toques las partes del cuerpo que están tapadas por la ropa interior”.
- Muéstrale que puede contar contigo para ayudarle en caso de que alguna persona no le respete. Si detectas que se siente incómodo/a en alguna situación, háblalo y ayúdale a afrontarlo de manera asertiva. Si lo consideras oportuno, no dudes en intervenir y no temas parecer un padre/madre maleducado. Por ejemplo, si alguien le ofrece un caramelo a cambio de un beso, puedes decirle que “Los besos no se cambian por cosas” y explicarle que, si enseñamos a los niños y niñas a cambiar afectos o conductas por cosas, flaco favor les hacemos de cara a prevenir situaciones de abuso.
- Ayúdale a identificar quiénes son las personas de confianza de la familia y las de fuera de ella (su maestro/a, por ejemplo). Anímale a que pida ayuda si lo necesita y dile que hacerlo es una conducta de valientes.
Guía Infantil | Julia Silva García