En medio de la alegría por el nacimiento de un nuevo hijo, otro miembro de la familia -normalmente el más pequeño- puede sentir que su mundo afectivo se tambalea. Durante esta etapa, los padres debemos estar muy pendientes y saber cómo corregir los celos entre hermanos.
En esta situación, sus reacciones pueden ser de todo tipo -rabietas injustificadas, agresiones a su “rival”, comportamientos inaguantables, autolesiones, etc.-, pero no debemos asustarnos ante ellas. Para corregir los celos entre hermanos lo importante es saber que nuestro hijo sufre y que en esos momentos no sólo necesita que le queramos, sino sentirse querido.
Actitudes que ayudan a corregir los celos entre hermanos
– Antes del nacimiento, hablar con el pequeño y explicarle que el amor no se corta como un pastel -a más hijos, menos trozo- sino que se expande y mejora su calidad.
– Hablar con nuestro hijo sobre las cosas buenas que tiene y que tanto nos gustan de él. Fomentaremos su seguridad y le estimularemos a seguir portándose bien.
– Si hace alguna comparación y vemos que está bajando en su autoestima, podemos hacerle ver que nosotros “con lo mayores que somos”, también tenemos defectos y que luchamos para mejorar.
– Pedirle que nos ayude en cosas relacionadas con la vida del bebé: escoger la ropa, ver si está calentita el agua del baño, acercarnos la toalla, ponerle la crema en el culete, hacerle muecas para que ría, etc.
– No hacer jamás comparaciones: “¡Qué alegría, este niño sí que me ha salido bueno, porque Manolito, mira que eras llorón!”.
– Hablar con los abuelos y demás familiares o amigos para que eviten excesivos halagos al bebé o comparaciones innecesarias.
– No reñirle ante actitudes que son claramente provocadas por los celos. Hablad mucho con él y dadle dosis extra de cariño.
Lo que NO debemos hacer si queremos evitar los celos entre hermanos
– Hacer comparaciones entre los hermanos. “Pedrito, porque no haces como tu hermanito y te duermes ya. ¿No ves que bueno es y como no da guerra?”.
– Crear un ambiente competitivo, pues normalmente ganará el más mayor, aunque nuestra intención sea reforzarle. Al contrario, debemos fomentar que jueguen junto y que el “destronado” se sienta útil de poder enseñar cosas a su hermano más pequeño.
– Fomentar la rivalidad en lugar de la fraternidad. Esto ocurre cuando magnificamos a un hijo e infravaloramos a otro, incluso les creamos inestabilidad emocional, por ejemplo, con comentarios del tipo: “Creo que a Juanito lo quiero más porque siempre me obedece a la primera”.
– Manifestar preferencias hacia uno de los hijos. Aunque el carácter de un hijo nos sea más fácil de llevar o de entender, no podemos demostrarlo: “Prefiero que Andrés se vaya con papá y yo me quedo con Marta que me entiendo mejor”. El niño interiorizará que quieres más a Marta.
– Querer hacer mayor de la noche a la mañana al que fue el pequeño de la casa, exigiéndole tareas que no realizaba hasta entonces.
– No reírle las gracias cuando antes sí lo hacíamos.
– Prohibirle que se acerque al pequeño por miedo a que le haga daño.
– Atender exclusivamente al bebé cuando llegan visitas, olvidando al resto de los hermanos.
– No hacerle partícipe de las atenciones que requiere el bebé. “Ahora déjame sola que debo bañar a tu hermano y solo haces que incordiarme”.
– Mandarle justamente a la guardería el mismo día o mes en el que nace el hermanito. El celosillo creerá que es por culpa del recién llegado.
– Decirle que tiene un nuevo juguete, puesto que se trata de su hermanito y no podrá hacerle “gamberradas”.