El ejercicio previene el dolor de espalda infantil

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Redacción Pediatría y Familia

Cuando los niños se encuentran en edad escolar, uno de sus útiles escolares más llamativos es el morral o maletín en el que llevan sus cuadernos, libros y colores. Si el niño todavía es muy pequeño cuando comienza a asistir a la escuela, pareciera que este característico objeto fuera más grande que su tamaño. Y no estamos lejos de la realidad. Debido a las exigencias de guarderías y escuelas, desde los primeros años el niño debe aprender a cargar en su espalda, el peso que generan tantos cuadernos y libros.

Como hablamos de niños en proceso de crecimiento, padres y cuidadores debemos asegurarnos de cuidar la postura y el exceso de peso en los menores de la casa, ya que la columna vertebral es el área del cuerpo más afectada por esta causa. Incluso, contradiciendo a quiénes piensan que no, los niños que cargan diariamente mucho peso en sus mochilas, pueden sufrir del típico dolor de espalda que afecta a adultos de cualquier edad.

Además, pese a que las escuelas y guarderías dentro de sus programas educativos asignan un tiempo para realizar actividad física y descansar, la mayoría de niños pasa muchas horas sentado en una misma posición, sin ninguna posibilidad de estirarse o cambiar la postura.

De acuerdo con la Organización Médica Colegial (OMC) de España, los niños hasta los 6 años no se quejan de esta dolencia. Sin embargo, a partir de los 10 años, el dolor de espalda en el menor se convierte en motivo de consulta pediátrica. Se estima que a los 15 años, 51% de los hombres y el 69% de las mujeres jóvenes ya han padecido uno o más episodios de dolor de espalda en su vida. Los casos más graves derivan en escoliosis o contracturas de la columna vertebral.

Los expertos encargados de obtener estas cifras afirman que el dolor de espalda en niños y jóvenes se puede prevenir. La primera medida es crear una rutina, especialmente si el pequeño está entre los 6 y 10 años, para que cambie de posición al llegar a casa y evite pasar largos períodos tumbado en cama o sentado. La segunda medida es integrarlos a una actividad deportiva que los mantenga en movimiento o realizar los ‘ejercicios invisibles’ (usar escaleras, caminar, jugar en el parque).

Lo importante es que el niño y sus familiares o cuidadores deben crear el hábito. Es decir, cada día a la misma hora o al menos en la mayoría de días de la semana, el niño debe saber que tiene un espacio libre para correr, jugar y ejercitarse.

De esta manera, el niño creará hábitos saludables, tendrá un mejor estilo de vida a futuro y su espalda, así como los demás sistemas y órganos de su cuerpo se mantendrán en óptimo estado.

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