La famosa pregunta de Neuberger para frenar la ira y las rabietas de los niños.
A menudo las explosiones de ira llegan por un detalle sin importancia. Un capricho, un ‘No’, algo que no termina por salir bien… Son explosiones de ira totalmente irracionales, lo sabemos, pero son capaces de hacernos perder los nervios. Cuando un niño se enfada y se ‘encierra’ en su mundo, se transforma. Es difícil hacerle entrar en razón. Hasta ahora.
Te ofrecemos una pregunta mágica para frenar una rabieta o un momento de enfado en los niños, una pregunta cuya efectividad tiene, además, una base científica.
Cuando un niño se enfada y entra en bucle, es muy difícil acceder a sus emociones, y menos aún, a sus pensamientos. Lo que a simple vista parece una ‘tontería’ sin importancia, para él, víctima en ese momento de una tormenta de ira, es una ofensa de magnitud incalculable.
Una frustración, un desacuerdo, un capricho, un momento de cansancio… existen muchas posibles causas de enfado en los niños. Del enfado a la ira hay un pequeño paso. Y de la ira a la rabieta, un efímero eslabón. Y entonces llega la ‘prueba de fuego’ para los padres. Entonces intentan recordar todas las teorías acerca de las rabietas:
Cuando intentas frenar una rabieta, es realmente frustrante. En la mayoría de los casos, no funciona nada. Pero ahora llega una pregunta salvadora. Un arma tan inocente y eficaz como esta: hacer pensar al niño con una simple pregunta. La creadora de esta pregunta mágica esSally Neuberger, una psicóloga que pudo comprobar su eficacia en una guardería. Su técnica es la siguiente:
– Cuando el niño esté muy enfadado, frustrado, o arranque en un llanto de ira, pregúntale lo siguiente:
¿Se trata de un problema pequeño, un problema mediano o un problema grande?
Inmediatamente, el niño se verá totalmente sorprendido y sobre todo, sentirá comprensión y apoyo. La razón por la que esta simple pregunta es tan eficaz es la siguiente:
Los niños, cuando se enfadan, se frustran o arrancan en una tormenta de ira, en realidad están pidiendo ayuda. Necesita que alguien le ayude a entender por qué está sintiendo ese enfado y sobre todo que le ofrezca una solución.
Imagina que tu hijo quiere comer una galleta y le dices que ‘No’. Su primera reacción será de enfado. Él quiere la galleta. ¿Por qué no puedes dársela? Y aunque insistas en darle una razón (‘porque vas a cenar dentro de poco’), él seguirá sin entender por qué no puede comerse la galleta y luego cenar. Así que su enfado irá en aumento, insistirá, y antes las repetidas negaciones, arrancará en llanto.
En ese momento, utilizas la técnica de la pregunta mágica:
Como los niños tiende a ‘cuantificar’ todo, les parecerá una pregunta con gran sentido. ¡Por fin alguien que le entiende! Seguramente te diga que es un problema grande (para él lo es). En ese momento puedes ofrecer una comparación:
Lo más normal es que le parezca que perder su muñeco favorito es un problema mayor, así que dirá que no.
Y le explicas que tal vez su problema sea pequeño. En ese momento tu hijo (ya más calmado) se sentirá comprendido. Sí, es un problema… él sabía que era un problema. ¿Y la solución? Debes ofrecerle una alternativa o pedirle que piense él mismo en una:
El niño, gracias a esta pregunta, entenderá que los problemas pequeños son fáciles de solucionar, los problemas medianos necesitan más esfuerzo y los problemas graves son más difíciles de solucionar. Evidentemente, esta pregunta mágica no funciona en todos los casos ni con todos los niños, pero la proporción de su eficacia es muy alta. ¿Sabes por qué? Porque ofrece a los niños todas estas cosas…
Puede parecerte un sistema demasiado sencillo, débil… ¿una pregunta? ¡Si lo que mi hijo quiere es salirse con la suya! Bien, puede que en algunos casos y con determinados niños, esta pregunta no sirva para calmarle por completo, pero sí le estarás ofreciendo, de forma subliminal, todo esto:
Guía Infantil | Estefanía Esteban