9 monstruos emocionales que destruyen a tu hijo

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9 monstruos emocionales que destruyen a tu hijo

Estas son las emociones que impiden a tu hijo ser feliz

¿Y si los monstruos existieran de verdad? ¿Y si los monstruos no fueran verdes, azules o amarillos? ¿Y si fueran invisibles, pero terriblemente destructivos? Existen monstruos emocionales, monstruos que llegan disfrazados de ira, celos o egoísmo, que destruyen a tu hijo sin que se de cuenta, que le atemorizan de forma sutil, que le impiden madurar y aprender. 

Aquí tienes una lista con los 9 monstruos emocionales que destruyen a tu hijo y le impiden desarrollarse en plenitud y ser feliz. Aprende a reconocerlos para ayudarle a vencerlos. 

Los 9 monstruos emocionales que destruyen a tu hijo y le impiden madurar

Tendemos a pensar en los monstruos como en seres inexistentes, fruto de la fantasía y la imaginación de nuestros hijos. Sin embargo, los monstruos pueden existir. Sí, existen. Sólo que no se llaman Tetradocus o Persiometrides… No son alargados, viscosos o fatasmales. Llegan de forma imperceptible y se adueñan de las emociones. Son los monstruos emocionales. Aquellas emociones que producen en el niño emociones terriblemente destructivas. Aquí tienes una lista con los más importantes: 

1. Ira. El monstruo más temible de todos se llama ira. Es violento, irracional. Capaz de anular a los sentidos. Cuando un niño siente ira y no sabe controlarla, estalla en rabietas, tira objetos o incluso pega a otros niños. La ira es una emoción básica y necesaria, porque sirve de ‘fuga’, de ‘escape’ a la tensión o el estrés, a la frustración… Pero debemos enseñar a nuestro hijo a manejarla. Sentir ira, sí. Dejarla salir en forma de agresividad, no. Existen muchos métodos y juegos para enseñar a los niños a manejar la ira. de entre todos, la respiración pausada es muy útil. 

2. Celos. Los celos también forman parte de los sentimientos irracionales. Suelen llegar cuando el niño piensa que las personas que más quieren dedican más tiempo y atención a otro niño, a otro adulto… Al final su forma de expresar los celos es muy variada: desde un niño que comienza a desobedecer sin razón, que se muestra rebelde e iracundo, hasta un niño que comienza a encerrarse en sí mismo. 

3. Envidia. Aunque puedes pensar en un principio que es lo mismo que los celos, no lo es. De hecho, la envidia es muy diferente a los celos. Mientras que el celoso en realidad tiene miedo de perder algo que quiere, el envidioso busca hacer daño al otro o privarle de algún privilegio aunque él también salga perdiendo, porque no quiere que le otro sea más que él (más feliz, más simpático, más ..). La envidia es muy destructiva porque impide crecer a la persona, le atrapa en una espiral de insatisfacciones que van minando su autoestima. Es un sentimiento que envenena. Un niño envidioso no busca brillar por sí mismo, sino que busca robarle la luz a otro. En el fondo, nunca se verá realizado.  

4. Soberbia. La soberbia es similar a la prepotencia y el gran enemigo del aprendizaje. El niño cree que lo sabe todo, que es más que los demás. Y prefiere hacer oídos sordos a los consejos de una madre, de un profesor, de sus abuelos o de otro niño. La frase favorita de este monstruo emocional es: ‘¿Y qué me vas a aportar tú que yo no sepa?’. La soberbia es el principal obstáculo del aprendizaje, un monstruo que implica un sentimiento muy fuerte por dominar al otro. En el fondo, no es más que falta de autoestima. Es un monstruo con una autoestima tan baja, que necesita una aprobación constante, sentirse constantemente por encima de los demás para brillar. Son niños que están exigiendo halagos constantemente, que les encanta hablar de ellos mismos y de lo que son capaces de hacer. Y por supuesto, no reciben nada bien las críticas. Lucha contra el monstruo de la soberbia mediante la autoestima. En realidad lo que tu hijo necesita es confiar más en sí mismo y aprender a valorar las habilidades de los demás. En este caso potenciar la empatía y la tolerancia le vendrá muy bien.

5. Orgullo. No es lo mismo soberbia que orgullo, aunque se parezcan. Está bien que tu hijo sienta orgullo por lo que hace y hacia ciertas habilidades y actitudes. Pero si es demasiado orgulloso, esto le hará perder la visión real y será un obstáculo en su aprendizaje. Al monstruo del orgullo le cuesta mucho perdonar y aceptar sus errores. Sí, el monstruo de la prepotencia es muy amigo suyo. Muchas veces, un niño utiliza su orgullo como escudo para frenar ataques, porque piensa que alguien quiere hacerle daño. Y lo que le ocurre en realidad es que siente debilidad por dentro. Ese niño que si le regañan responde riendo…. o se niega a pedir perdón a un amigo al que lastimó.. en realidad utiliza al monstruo del orgullo como una defensa para sentirse más importante. En verdad está pidiendo que mejores su confianza y su autoestima. 

6. Egoísmo. Sí, el egoísmo también es un monstruo. Y muy dañino. Impide a los niños establecer relaciones sociales, aniquilas sus habilidades sociales. Pero el egoísmo tiene un enemigo muy fuerte: la generosidad, un valor esencial que hace estragos en el monstruo del egoísmo. Es cierto que a los niños no se les puede obligar a compartir. el objetivo es mostrarles por qué pueden verse beneficiados si comparten. Por ejemplo, enseñándoles que si son generosos, tendrán mucha más facilidad para hacer amigos. El egoísmo hace que el niño solo piense en él o anteponga sus intereses al bien común. debe entender que es una posición que al final destruye la relación con los demás. 

7. Pereza. Decía Cervantes: ‘No hay camino que no se acabe si no se le opone la pereza’. La pereza es un monstruo atractivo pero muy dañino para el niño. Le impide crecer, aprender, terminar sus proyectos. le impide tener éxito. Para acabar con la pereza, se necesita un quintal de ilusión, proyectos que emocionen al niño, y un cambio de actitud, por supuesto, que llega de la mano del esfuerzo y la perseverancia. Potencia en él estos dos valores y acabarás por siempre con la pereza. 

8. Hostilidad. El monstruo de la hostilidad es refunfuñón y muy huraño. No le gusta mucho hacer amigos porque no ha conseguido desarrollar el pensamiento positivo y siempre está pensando que todo saldrá mal. Es un monstruo pesimista por naturaleza y excesivamente sensible. Siempre piensa que todos piensan mal o tienen algo en contra de él. Es decir, que en el fondo, una vez más, lo que a este monstruo le pasa es que no confía en sí mismo. O que en algún momento alguien le hizo daño y utiliza la hostilidad como un escudo de defensa, por miedo a que vuelvan a hacerle daño. Es un monstruo muy destructivo que hace que el niño sufra mucho. 

9. Avaricia. Cuando el monstruo de la avaricia aparece, el niño de pronto comienza a pensar en él, solamente en él. Quiere más y más y no es capaz de poner límites. Destruye la generosidad y las relaciones sociales. Para frenar esto, nada como ayudarle enseñándole desde pequeño los beneficios y ventajas de compartir. Mima y da prioridad a sus dones y habilidades, esas que no se atesoran de forma física. Conseguirás que venza al monstruo de la avaricia cuando consiga entender que no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita. 

Guía Infantil | Estefanía Esteban

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