Por qué hay niños que necesitan ser el centro de atención (y qué hacer)

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Por qué hay niños que necesitan ser el centro de atención (y qué hacer)

Los niños a lo largo de su desarrollo y, sobre todo en las etapas que abarcan desde los 4 a los 10 años, van adquiriendo cada vez más el miedo a ser abandonados o a ser ignorados. Es por eso que los pequeños reclaman la atención de los adultos de su entorno cuando sienten que no están recibiendo la atención suficiente. Sin embargo, ante los lloros y los gritos, los padres nos preguntamos por qué hay niños que necesitan ser el centro de atención siempre. Y, lo que es más importantes, ¿qué se puede hacer en estos casos? 

Qué maneras utiliza el niño para llamar la atención

Cuando el niño reclama atención, no siempre lo hace de manera amable, ya que cuando lo hace de forma adecuada no suele ser ‘reforzado’. De esta manera, utilizará otras formas para hacerse notar y conseguir ser el centro de atención de los adultos. Se portará mal buscando la respuesta de sus padres, porque así los adultos dejarán todo lo que están haciendo en ese momento para centrar se en él.

El pequeño descubre que utilizando ese comportamiento negativo puede manejar y chantajear a sus padres. Consiguen manipularles hasta el punto en que no solo consiguen llamarla atención sino que logran la exclusividad.

¿Qué actitudes o comportamientos adquieren los niños cuando quieren llamar la atención? El pequeño recurre a un amplio catálogo de conductas como:

– El llanto
Con sus sollozos el bebé expresa aquello que no es capaz de decir con palabras. Es una forma de lenguaje. El hecho de que resulte tan angustioso no es algo casual: la naturaleza lo ha hecho así para despertar en quienes lo oyen la necesidad de acudir.

– Gritar y chillar
Hay niños que solo consiguen que les hagan caso cuando hacen trastadas o su comportamiento es inadecuado. Muchas veces cuando los niños llaman a sus padres de forma adecuada no son atendidos. Hasta que no gritan o chillan, no los tienen en cuenta.

– Las rabietas
Las llamadas de atención vinculadas a actuaciones de rebeldía empiezan a cobrar importancia en torno a los 2 años. Por ejemplo, en un niño que ya está fatigado: El niño ha dicho en varias ocasiones que se quiere ir a casa, que está cansado y su petición hecha de manera adecuada no es atendida por los padres. Finalmente, solo lo tienen en cuenta si explota en una rabieta o protesta desproporcionada.

– Los celos y la rivalidad entre los hermanos
La conducta inadecuada aparece cuando los padres están centrados en uno de los hermanos (normalmente el más pequeño) y portándose mal consigue desviar la atención de sus padres y volver a ser el centro, aunque sea para ganarse una regañina.

Por qué el niño quiere ser el centro de atención

Para que el niño se desarrolle y madure de manera adecuada, será esencial que el pequeño sienta que los adultos de su entorno le cuidan y le ofrecen la seguridad necesaria para poder crecer.

Así, cuando los niños necesitan la ayuda de sus padres llorará para llamarles. Si sus cuidadores satisfacen sus necesidades se relajará. Si no lo hacen el niño buscará otro tipo de estrategias para recibir la atención demandada. Así el niño puede: llorar más fuerte, gritar, lanzar objetos, etc. Todos comportamientos histriónicos que consiguen que el adulto deje de lado lo que está haciendo para centrarse en el pequeño.

Si estos comportamientos se repiten frecuentemente en el tiempo se creará un hábito insano de relación donde el niño busca de forma continua ser el centro de atención a través de refuerzos negativos para sentirse seguro.

¿Y qué pueden hacer los padres?

Si el niño quiere ser el centro de atención, es una señal para los padres que les indica que hace falta dialogo, comprensión y cariño. Para conseguirlo será necesario que:

1. Los padres consideren si el niño es atendido de manera adecuada y se le presta la suficiente atención.

2. Prestar especial atención cuando el niño se comporta adecuadamente.

3. Utilizar la empatía.

4. Que los padres se interesen por los asuntos de sus hijos. Interesarse por lo que están haciendo, implicarse en lo que les piden y elogiar y felicitar cuando se lo merecen.

5. Buscar un tiempo de juego compartido con los niños.

6. Ignorar conductas inadecuadas, siempre que sea posible hacerlo, de manera que vean que se les atiende mucho más cuando actúan de manera adecuada.

Guía Infantil | Borja Quicios

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