Quitar el plato del niño antes de que haya terminado puede acarrear carencias energéticas.
Hay muy pocas cosas en la crianza infantil que puedan establecerse como fijas, y el tiempo que cada niño necesita para comer es una de ellas. Lo que sí podemos hacer es darte ciertas recomendaciones sobre cuál sería el tiempo estimado para, por ejemplo, niños en la etapa escolar, pero siempre y cuando tengamos sobre la mesa factores que a continuación pasaremos a detallar.
Cuánto tiempo necesita un niño para comer
Desde el nacimiento, debemos establecer un tipo de alimentación a demanda, y esto incluye el cuándo comer, cuánto comer y el tiempo invertido en hacerlo. Evidentemente, ya desde la lactancia materna, podemos diferenciar niños que comen más deprisa y otros que comen más despacio, igual que hay algunos que comen más que otros. Si en este momento no se debe retirar el pecho o el biberón al bebe que tarda más en comer, tampoco debe hacerse más adelante.
Con el comienzo de la alimentación complementaria la cosa no cambia, sigue habiendo niños que comen más deprisa y otros más despacio, unos que comen poquito y otros que tienen un gran interés por la comida. Así, tanto si se alimenta al bebe con purés como si se hace siguiendo el método de alimentación guiada por el niño, no debe interferirse ni en la cantidad ni en el tiempo que el pequeño invierte para comer. Si sigue queriendo comida, debemos seguir ofreciéndosela, y si la rechaza es que ya no quiere más.
Cuando el niño es más mayor y autosuficiente para alimentarse a sí mismo, incluso cuando el plato es triturado –dependiendo de la habilidad de cada uno individualmente y dependiendo de que método de alimentación se haya seguido la edad puede variar bastante- es habitual que se establezcan horarios de comida, por lo que la única parte del ‘a demanda’ que sigue estando bajo su control es el cuánto decide comer (la cantidad) y el tiempo que tarda en comerlo.
Si interferimos en ello, es decir, si le obligamos a comer más cantidad de la que necesita, podemos afectar a la manera en que el niño come tanto en el presente como de cara al futuro, potencialmente creando un riesgo de obesidad y/o sobrepeso. Del mismo modo, si interferimos en el tiempo, quitándole el plato antes de que el niño haya terminado, estamos haciendo que limite su ingesta, por lo que puede llegar a tener carencias tanto energéticas como de micronutrientes.
¿Cómo diferenciar, sin embargo, lo que es muy deprisa o muy despacio de lo que es presumiblemente normal para un niño?
– Hasta la edad escolar (6 años aproximadamente), es completamente normal que los niños se distraigan comiendo, y se les pase la hora de comer sin que hayan comido lo que realmente necesitan. Si estamos seguros de que lo que ponemos en el plato de nuestro hijo es una ración apropiada –este es otro motivo por el que es completamente imposible establecer tiempos para que un niño coma, ya que no solo depende de la edad sino de la ración y/o la cantidad que el niño tenga previsto comer- debemos recordarle que coma (de vez en cuando) y establecer un máximo de tiempo en el que el niño puede permanecer en la mesa, comiendo.
Este tiempo depende mucho del funcionamiento de cada familia. En mi casa, como aprovechamos para charlar y contarnos los pequeños acontecimientos de cada día, el tiempo en la mesa es extenso, por lo que hasta la más lenta de mis hijas tiene tiempo para comer todo lo que le apetece; en cambio, en otras familias, quizá no dediquen tanto tiempo a comer y se les agote la paciencia. Es primordial que el niño conozca este límite y, si es necesario, que se le muestre con un reloj para que lo pueda entender. Media hora podría ser un compromiso adecuado.
– Si por el contrario, el niño no dura un minuto sentado a la mesa porque tiene otras cosas en la cabeza y está deseando irse a jugar, debemos establecer otro tipo de normas. Recordar al niño que es hora de comer, insistir en que tiene que estar sentado y, sobre todo, que en el momento que se levante de la mesa, el plato se retira, por lo que no debe ponerse a jugar hasta que haya saciado su apetito. Adicionalmente, se puede establecer como norma que no se puede levantar de la mesa hasta que uno de los adultos haya terminado su plato, así nos aseguramos que el niño dedica tiempo a su comida.
– Cuando los niños son más mayores las normas pueden ser las mismas, no deben tardar menos que un adulto y no deben permanecer más de media hora comiendo, pero muy probablemente ya sean capaces de entender nuestros motivos y podamos razonar con ellos.
Guía Infantil | Carlota Reviriego