Este percance es frecuente en los niños. Si sucede, llévale al dentista enseguida para que valore el tratamiento a seguir.
Si a consecuencia de un golpe o de una caída tu hijo se rompe un diente, debes intentar conservar la calma, porque los traumatismos en la boca sangran bastante y son muy alarmantes. Ayúdale a enjuagarse con agua y llévale al odontopediatra de inmediato, aunque la rotura sea leve. Este especialista valorará el daño y decidirá el tratamiento.
“Cuando se trata de niños que aún tienen los dientes de leche, nunca reimplantamos la pieza, ya que esto implicaría riesgo de anquilosis (el diente puede pegarse al hueso) y afectaría al diente definitivo”, explica Cristina Vilar Rodríguez, odontopediatra.
Antes de llevar a cabo cualquier tratamiento hay que realizar una radiografía de la boca para comprobar el estado del nervio o pulpa dental y para descartar posibles fracturas en la raíz del diente. Dependiendo del tipo de fractura se aplica una técnica u otra:
Salvo el pulido, todas las técnicas requieren anestesia local para evitar el dolor al pequeño. Además, el odontopediatra le prescribirá un analgésico para paliar las molestias y si cree que hay riesgo de infección, también un antibiótico.
A veces la pieza dental no se desprende del todo ni se rompe, sólo se tuerce. En estos casos, si impide al niño cerrar bien la boca, el especialista se la extraerá. Si no le molesta, no hay problema en esperar a que se le caiga y sea reemplazada por el diente definitivo.
Lo conseguirás si jamás te oye hablar con miedo de este especialista y si no le amenazas con frases como “si sigues comiendo chuches te llevaré al dentista para que te pinche”. En la actualidad, las técnicas odontológicas están muy avanzadas y son prácticamente indoloras.
Además, el odontopediatra conoce distintos métodos para calmar al niño, como explicarle de una manera muy simple lo que le va a hacer (a más conocimiento, menos temor) y contarle una historia entretenida en los momentos de más tensión.
Los niños empiezan a cambiar los dientes a partir de los 5 o los 6 años. Al contrario de lo que sucede con los de leche, si se rompen un diente definitivo sí se les puede reimplantar. Hay que cogerlo rápidamente y meterlo en una cajita llena de leche desnatada hasta llegar a la consulta del médico. No debemos tocar ni cepillar su raíz para no destruir las células que van a permitir su recuperación.
Tomado de crecerfeliz.es.