Cuando conocemos un recién nacido, notamos ciertas características que hacen parte de los reflejos de supervivencia que tenemos todos los seres humanos; seguro que ante una situación de peligro has encogido las piernas hacia el pecho, has llevado los brazos al rostro o te has girado para protegerte.
Estos ejemplos, con el paso del tiempo, se convierten en reflejos involuntarios mientras que otros desaparecen con los años. Uno de ellos, es la costumbre que tienen los bebés de mantener las manos cerradas en forma de puño.
Según investigaciones, se ha determinado que este reflejo responde a una relación con nuestros antepasados, pues los pequeños se aferraban a sus padres cuando se sentían en riesgo de caída o peligro, de ahí que se presuma la relación con el vínculo parental.
A partir del tercer mes de vida, el bebé iniciará a tomar objetos voluntariamente y empezará el proceso de relajación de los puños. Evidentemente, no será un cambio que se presente de la noche a la mañana, por ello es importante que estimules el uso de las manos mediante juegos para que, con el paso de los días, sea mayor el tiempo en que las mantenga abiertas.
Ten en cuenta que cada bebé tiene su propio ritmo de desarrollo, y no todos superan estos reflejos en el mismo tiempo. Sin embargo, cualquier consulta que tengas frente al tema, puedes realizarla directamente al especialista que está atendiendo a tu bebé.
Recuerda que el desarrollo y el crecimiento, así como el aprendizaje es un proceso. No está demás que celebres con tu bebé cada avance, por pequeño que sea.