Decir palabrotas o groserías (maldecir o usar “malas” palabras) es un comportamiento casi normal del desarrollo en la niñez media y la adolescencia temprana.
“Para los niños, decir palabrotas es a menudo una forma de sentirse “sofisticados” y de mostrar que no tienen miedo de ser un poco “malos”. Las palabrotas las utilizan para impresionar a sus amigos y puede convertirse en parte de la relación con sus compañeros”.
Con bastante frecuencia, los niños pequeños no saben los significados de las palabras que dicen, pero igual las dirán simplemente porque las han escuchado en otras personas.
Afortunadamente, este fenómeno de decir palabrotas parece perder su atractivo y disminuye a medida que los niños maduran. Hasta entonces, los niños a menudo disfrutan de escandalizar a sus padres diciendo palabrotas que aprenden fuera de casa. (Recuerde que los padres que dicen palabrotas en casa enseñan a sus hijos a hacer lo mismo y no se deberían sorprender cuando sus hijos copien este comportamiento).
Claramente, hay un grupo más pequeño de niños “incorregibles” que dicen palabrotas. Además de decir palabrotas, tienen muchas otras dificultades, a nivel personal y social. Estos niños pueden ser más propensos a decir palabrotas y a enojarse con otras personas, un fenómeno distinto a utilizar pocas palabrotas en momentos de frustración. Nunca debe tolerar que utilicen palabrotas para dirigirse a otras personas.
Estas son algunas sugerencias para ayudarle a manejar el problema de las palabrotas:
“Como tal, decir palabrotas no es una señal de problemas emocionales. Sin embargo, si hay más problemas, como decir muchas mentiras, robar o tener dificultades con sus compañeros, el decir palabrotas puede ser solo otro síntoma de una alteración psicológica o social”.
En este caso, hable con su pediatra sobre la opción de recibir consejería, ya sea terapia individual o familiar.