Las mujeres pueden quedar embarazadas cuando aún están alimentando a su bebé. Varios mitos urbanos en torno a la maternidad aseguran que es una situación imposible, pero debemos tener en cuenta que la lactancia no es un método anticonceptivo por sí mismo.
Lactancia y la sensibilidad de los pechos
Durante el embarazo, es normal que los senos se tornen extremadamente sensibles, y cuando se está amamantando, puede ser un inconveniente para la madre al llegar a sentir molestias y dolores. Esto, por lo general, puede acelerar el destete temprano al reducir el número de tomas del niño.
Baja producción de leche
El cuerpo de la mujer durante la gestación está en la capacidad de seguir produciendo leche materna, pero no en la misma cantidad. Esta situación puede llegar a ser incómoda para algunos niños, que terminan por dejar de lado el pecho y optan por la alimentación complementaria como base nutricional.
Para nadie es un secreto que la leche materna es adaptativa conforme a los nutrientes que requiere el bebé en cada etapa, es decir, los componentes de la leche de una mujer que alimenta a un recién nacido, no son los mismos contenidos en la leche que es consumida por un niño de dos años. Entonces, ¿cómo sabe el cuerpo de la mamá cuándo suministrar cierto tipo de leche?
Bien, en estos casos el cuerpo da la prioridad al recién nacido, es decir, la leche se complementa de los nutrientes requeridos por el bebé sin importar que el niño mayor aún dependa de la lactancia. Para muchos la llegada de un segundo bebé supone el fin de la lactancia del primero, pero la verdad es que el consumo de la leche que tomaba antes, es incluso mejor que cualquier producto de fórmula que se pudiese llegar a conseguir.
Pasar de nuevo por un parto y algunas molestias físicas que implica el embarazo para las mujeres, puede traer consigo el aflore de emociones negativas, agotamiento y melancolía. Sin embargo, este tipo de lactancia tiene algunas ventajas para ellas.
Contrario a la creencia popular, amamantar a dos niños al mismo tiempo no supone un riesgo de infecciones ni contagio de enfermedades. De hecho, es probable que la madre pueda transmitir a ambos niños las defensas necesarias para poder combatrr los virus y las bacterias que más atacan en la primera infancia.