La alergia es una reacción del sistema inmunitario a una sustancia del ambiente llamada alérgeno.
“Cuando un niño con alergias entra en contacto con alguna de estas sustancias (ya sea al tocarlas, inhalarlas, comerlas o si se las inyectan), su organismo las detecta como un invasor peligroso, provocando la liberación de histaminas y otras sustancias químicas para rechazarlas”.
Estas sustancias químicas producen irritación en su organismo y provocan síntomas tales como mucosidad clara (la nariz gotea con frecuencia), estornudos, comezón y tos. Los síntomas pueden ser leves o severos, intermitentes (solo se dan en ciertas temporadas) o continuos si está expuesto constantemente al alérgeno.
“Detectar si un niño es alérgico dependerá de la frecuencia con la que el niño ha estado expuesto al alérgeno”.
La alergia por lo general tarda en desarrollarse. Cada persona tiene un umbral al que debe llegar antes de que un alérgeno produzca una reacción, y este umbral puede tardar varios meses en alcanzarse.
De modo que, si el niño heredó la tendencia a ser alérgico a la caspa del gato, puede que no tenga ningún tipo de problema durante los primeros meses que esté con el animal o quizás tenga una reacción leve. Pero en algún momento, cuando el nivel de exposición llegue a su umbral, su organismo reaccionará y tendrá una reacción alérgica más severa.
Por otra parte, “si bien un niño puede heredar la tendencia a ser alérgico, no necesariamente heredará una clase específica de alergia”.
Por ejemplo, si uno de los padres biológicos es alérgico a los gatos, hay una probabilidad del 40 a 50 por ciento de que su hijo también tenga alguna clase de alergia. Esa probabilidad sube a entre un 75 y 80 por ciento cuando ambos biológicos padres padecen alergias. Sin embargo, es posible que los miembros de una misma familia tengan alergias a distintas cosas.
Ácaros del polvo
Los ácaros del polvo viven en tejidos y alfombras y son comunes en todas las habitaciones de la casa. Pero la mayoría de los niños se exponen a la mayor parte de los ácaros del polvo en el dormitorio, donde los colchones y las almohadas son el verdadero hábitat de estos microbios. Por ello:
Caspa de las mascotas
Si el niño es alérgico a una mascota, la única solución infalible es llevarse al animal. Por supuesto, no es una decisión fácil de tomar. Por ello, para mantener la caspa a niveles bajos, baña con frecuencia a tu mascota. Puedes encontrar champús para reducir la caspa en una tienda de artículos para animales. Además, evita que el animal se suba a los muebles y mantenlo fuera de la habitación del niño.
Polen
Durante la temporada de alergias, puede ser casi imposible evitar estar en contacto con partículas como el polen, que es transportado por el aire, y puede provocar alergia. Puedes procurar mantener a tu niño dentro de la casa con las ventanas cerradas durante la temporada de polen, cuando su concentración llega a un nivel máximo, y especialmente en días con mucho viento. Aunque sabemos que no siempre podrás mantener a tu niño dentro de la casa.
Si tu niño sale afuera, asegúrate de bañarlo y lavar su cabello cada noche para eliminar cualquier partícula alergénica. Si tienes en tu hogar una secadora de ropa, seca ahí sus prendas en lugar de secarlas al aire libre. También es importante que cierres los ductos de aire de su habitación donde duerme tu niño.
Moho
Usa aire acondicionado y un deshumidificador cuando el tiempo sea cálido y húmedo, en particular en un sótano húmedo u otros sectores de la casa donde el moho sea un problema.
Si el baño es una fábrica de moho, límpialo con frecuencia usando desinfectantes que detengan la formación de moho, por ejemplo un poco de lejía (cloro) y agua o una solución natural, como aceite de árbol de té y agua. Y contempla la posibilidad de invertir en un mejor sistema de ventilación.
El moho puede producirse en armarios, desvanes, sótanos, macetas, refrigeradores, duchas y botes de basura, y debajo de las alfombras. Incluso el árbol sintético de Navidad puede tener moho.