Es muy frecuente que los bebés y niños se resfríen. Sin embargo, esta no es la única dolencia asociada con el sistema respiratorio que pueden padecer. Otra de las más comunes es la sinusitis bacteriana, una afección que muchas veces se confunde debido al parecido de sus síntomas con los de un resfriado común. Por eso, en este artículo presentamos los aspectos que la Asociación Americana de Pediatría aconseja para reconocer a cada una de estas molestas afecciones.
Cuando su hijo tiene un resfriado viral o alergia nasal, el recubrimiento de las paredes internas de la nariz y las cavidades nasales se inflama y produce más fluido de lo usual. Ésta es la razón por la cual la nariz se congestiona y “chorrea” durante un resfriado. La mayoría de las veces la inflamación desaparece por sí sola a medida que el resfriado o la alergia se van. Sin embargo, si la inflamación persiste, las aberturas que normalmente permiten a los senos paranasales drenar su contenido hacia la parte posterior de la nariz se ven bloqueadas y la cavidad de los senos se llena de fluido. Debido a este bloqueo y la imposibilidad de un drenaje adecuado, las bacterias son atrapadas en el interior y crecen allí. A esto se le llama una sinusitis bacteriana.
Usualmente es difícil decir si una enfermedad es tan sólo un resfriado viral o si se ha complicado por una infección bacteriana de los senos paranasales.
Generalmente, los resfriados virales tienen las siguientes características:
Los signos y síntomas de que su niño podría tener una sinusitis bacteriana incluyen:
Ante cualquier sospecha de sinusitis, no se debe suministrar ningún medicamento al niño. El diagnóstico siempre debe ser corroborado por el médico tratante o el pediatra que realice los análisis de rigor. Por lo general, el tratamiento consiste en la administración de fármacos, máximo durante 10 días. La elección de la medicina siempre la realizará el médico con base en la edad y peso del niño, sumado a la severidad de los síntomas que presente.