Se acerca el momento de ir al pediatra y tu hijo te pregunta si le darán vacunas… Sabes que si le dices que sí se desencadenará una rabieta, ¿qué haces? No lo dudes, di la verdad, tu hijo necesita confiar en ti y sólo lo hará si le dices la verdad.
Por tal motivo, te recomendamos que no digas nunca “el pinchazo no duele” porque ¡eso no es verdad! Es preferible que digas que duele sólo un momento y luego se pasa.
A veces los peques pueden ver las inyecciones como una especie de castigo. Tómate el tiempo de explicarle a tu hijo que las vacunas lo protegen de diferentes enfermedades.
No hables con tu hijo sobre la próxima vacuna mucho tiempo antes de la visita al pediatra. De hecho, quizá sea preferible que le informes sobre la revisión el mismo día para evitar la ansiedad. Incluso, si no te pregunta sobre la vacuna, no la menciones o simplemente contesta que “no estás seguro de si le darán o no una vacuna, que habrá que preguntarle al médico”.
Durante el momento de la vacunación, acuna a tu hijo, háblale, hazle caricias o muecas, juega con él… Haz lo que se te ocurra para desviar la tensión del momento.
Algunos médicos sugieren aplicar una crema en la zona donde se realizará la vacuna para insensibilizar un poco la zona y que “no duela tanto”. Consulta con tu médico al respecto para ver si está de acuerdo y en ese caso, qué crema te sugiere.
Evita que tu hijo se levante rápidamente luego de la inyección. El miedo puede hacer que le baje la tensión y luego asocie ese malestar al pinchazo. Dale unos minutos para reponerse y mientras, ¡hazle caricias!
Un pequeño premio puede ayudar a tu peque a enfrentar su fobia a las agujas. No tiene por qué ser algo grande o costoso: una vuelta en tío vivo, un caramelo o un Lollipop, un paseo por el parque con papá y mamá…
Si debes extraerte sangre o darte una inyección, permite que tu hijo te acompañe y vea que no hay nada que temer. ¡Una imagen vale más que mil palabras!