Los niños necesitan que sus padres les pongan límites para poder convivir socialmente y tener relaciones sociales, pero, al mismo tiempo, debemos hacer sentir a nuestros hijos que confiamos en que vayan a ser capaces de llevar a cabo la norma para que los límites sean realmente efectivos.
Para poner normas y límites a los niños no se necesita estrictamente tener un estilo autoritario de educación, los niños simplemente necesitan de límites para saber cómo actuar y para obtener el reconocimiento por haberse esforzado por conseguir los objetivos marcados.
Por otro lado, “la permisividad como estilo educativo que no aplica ni normas ni límites puede entenderse como una falta de responsablidad por parte de los padres porque tiene consecuencias negativas en los niños“.
“Cuando los niños empiezan a tener más autonomía y, a la vez, más criterio para saber lo que les gusta o no y lo que quieren lograr, es cuando más necesitan que los padres les pongamos límites”.
Es natural que los niños pretendan conseguir lo que desean en el momento y es justo en este instante cuando los padres debemos enseñarles que uno de los principales límites reside en que lo que piden no es quizás lo que les conviene, y que es necesario tener paciencia para alcanzar su objetivo.
Por lo tanto, “el límite está en el modo en el que tratan de lograrlo“. Generalmente, responden con conductas poco adecuadas (rabietas, gritos, exigencias verbales, etc) que hay que frenar y a su vez, enseñarles a actuar correctamente ante estas situaciones.
“Es importante también hacerles conscientes del otro, y que deben tener en cuenta al prójimo. Es decir, transmitirles que existen ciertas normas de convivencia social y respeto”.
El modo que, puede resultar más sencillo para transmitir estas normas y es por medio del juego y la interacción con sus iguales y con la familia. Ya tienen edad para adquirir ciertas responsabilidades y tareas en el hogar que les hagan entender el sistema de normas en el que están creciendo, y la importancia que tiene llevarlas a cabo, así como el esfuerzo que supone lograrlas.
“Cuando se está enseñando una norma es muy importante valorar siempre el esfuerzo que han hecho por lograrla”.
Una vez que lo han conseguido también hay que reconocer el logro. Este reconocimiento, siempre social, les ayudará a apreciar la importancia que tiene para nosotros el que lo lleven a cabo y lo beneficioso que es para ellos mismos. Una vez que se ha enseñado y el niño ha logrado realizarla, ya no es necesario premiar constantemente su consecución, puesto que, hay que enseñarles que su tarea es aplicar esa norma.
La recompensa está implícita en la aplicación de la norma.