La presencia o ausencia del vínculo afectivo en los niños o entre los distintos miembros de la familia puede tener importantes repercusiones en el futuro de los mismos. Así lo explica Maite Urizar Uribe, psicóloga del Centro de Salud Mental Infantojuvenil de Barakaldo.
Una familia no es solo una convivencia. Estos hogares suponen una unión entre personas a través de un vínculo que tiene importantes consecuencias en el desarrollo de las personas.
Urizar explica en uno de sus ensayos la necesidad de introducir este vínculo afectivo en los más pequeños ya que de él dependerá el comportamiento de los jóvenes al llegar a la etapa adulta. De esta forma se pueden prevenir multitud de trastornos durante la etapa de la adolescencia y otros problemas en la personalidad una vez formen su propia familia.
Urizar define el vínculo afectivo como “el lazo afectivo que aparece entre dos personas y que genera un marco de confianza en el otro y en la vida, en un contexto de comunicación y de desarrollo”. Por otro lado, la psicóloga explica que el apego es “un mecanismo preprogramado que activa todo una gama de comportamientos posibilitando la vinculación del bebé con la madre”.
La ausencia de ambos aspectos en el desarrollo de los niños ha sido definida por John Bowlby como “personalidades desprovistas de ternura”. Algo que da origen a problemas de conducta en los jóvenes ante la ausencia de estos mecanismos que están presentes en cualquier bebé, que busca la seguridad en los brazos de su padre y más adelante un apoyo emocional.
No todos los vínculos afectivos son La conducta de los niños: problemas y trastornos difíciles de gestionary la apuesta de uno u otro en el seno familiar dará lugar a un carácter u otro que marcará la conducta del niño, y en el futuro, adulto. Estos son algunos ejemplos que pueden suponer la aparición de un trastorno en la personalidad de los más pequeños: