Por: Redacción Pediatría y Familia
Durante los primeros 6 meses de vida del bebé, la alimentación ideal es la leche materna en forma exclusiva, es decir pecho y solamente pecho. Al llegar a los 6 meses, se iniciará la introducción de los primeras papillas.
La alimentación ideal en los primeros 6 meses de vida es la leche materna de manera exclusiva. Es decir, únicamente pecho.
Se ha demostrado, mediante estudios realizados en las últimas décadas, que la lactancia materna posee los mayores beneficios, ya que protege al bebé de muchísimas infecciones y se reconoce una disminución de diarreas, otitis, catarros y alergias en los bebés alimentados de esta forma. No hay ningún otro alimento que pueda imitar sus cualidades.
La lactancia no sólo beneficia al bebé, también beneficia a la madre, ya que permite que el útero recupere de manera más rápida su tamaño normal. Esto le permite a la mujer recuperar el cuerpo que tenía antes del embarazo.
Si por algún motivo la lactancia natural no fuera posible, el bebé debe tomar leche de fórmula, maternizada (leche de vaca modificada y enriquecida similar a la leche materna) durante sus primeros seis meses.
Si el aumento de peso del bebé es normal y crece bien, no necesita de otro alimento antes de esa edad.
No hay que apurarse para darle al bebé alimentos sólidos antes de los 6 meses. Al llegar a esta edad se puede empezar con las primeras papillas.
El bebé puede comenzar con sus primeras papillas al llegar a los 6 meses, de manera paulatina. En esta etapa, la alimentación es mixta o complementaria, ya que la introducción de los primeros semisólidos tiene una función más de aprendizaje que de nutrición, pero la alimentación básica del bebé seguirá siendo la leche.
A comer bien se aprende porque la alimentación es un hábito. Cuando el bebé comienza a introducir sus primeros alimentos, comienza a formarse el hábito alimenticio que lo acompañará toda la vida.
En esta etapa, podemos comenzar a darle:
La fruta puede ser natural o cocida tipo compota, ya que aportan vitaminas, proteínas, minerales y fibras.
Esto es sólo una guía de consulta. Antes de incorporar un alimento a la dieta de tu bebé debés consultarlo con tu pediatra de cabecera.
La mamá puede elegir el horario en que le va a dar la comida. No importa que sea al mediodía, a la tardecita o a la noche. Lo que sí importa es que tanto la mamá como el bebé puedan disfrutar de ese momento relajados y tranquilos.
La segunda comida se incorpora hacia los 8 meses, en un horario opuesto al de la primera. Si la primera fue el almuerzo, la segunda será la cena, o al revés.
La primera comida reemplazará a la mamada o a la mamadera que el bebé tomaba en ese horario. Lo mismo pasará cuando se incluya la segunda comida diaria. No hace falta darle el pecho o la mamadera después del almuerzo o la cena si es que el niño ha comido bien.
Llegados los 7 meses se le puede dar al bebé flanes o postrecitos, caseros o comprados, que pueden reemplazar a la fruta del postre.
También se incorporan las verduras de hoja verde.
Se le puede dar polenta y sémola. También podemos comenzar a darle arroz, pero previamente tamizado -es decir, hecho papilla- para evitar que el pequeño se atragante con los granos.
Las carnes rojas como las blancas también pueden incorporarse alrededor del séptimo mes. Las carnes le aportarán fundamentalmente las proteínas necesarias para el crecimiento. Estas deben estar siempre perfectamente cocidas.
El hígado, que es una importante fuente de hierro y proteínas, también puede incorporarse alrededor de los 7 meses.
Al octavo mes, el bebé incorporará la segunda comida del día: si la primera comida era el almuerzo, será la cena, o viceversa.
Esto es sólo una guía de consulta. Antes de incorporar un alimento a la dieta de tu bebé debés consultarlo con tu pediatra de cabecera.
Hay alimentos que no conviene incluir antes del año. Especialmente si en la familia hay antecedentes alérgicos. Entre ellos:
El hierro es un mineral muy importante, y no olvidemos que durante los dos primeros años de vida los niños experimentan un rápido crecimiento, lo que hace que se consuman sus reservas de hierro.
Los cítricos contienen una gran cantidad de vitamina C, que favorece la absorción de hierro y sales de sodio y potasio. Los alimentos más ricos en hierro son las carnes rojas, el hígado, el pescado y el pollo. Algunos vegetales, como el berro o la espinaca, también poseen hierro, y aunque en menor medida, los lácteos.