Este síndrome se relaciona con la manera en la que crecen los vasos sanguíneos de la piel, los ojos y el cerebro. Cuando crecen demás, esta anomalía recibe el nombre de angiomas.
Estos pequeños tumores se convierten en manchas de nacimiento que aparecen generalmente en la cara y el cuero cabelludo del bebé. Ante el primer avistamiento de los angiomas, el personal médico iniciará los análisis correspondientes para determinar si padece el síndrome de Sturge-Weber, para así iniciar el tratamiento correspondiente.
La primera señal, es una mancha de color rojo oscuro en el rostro, acompañada de episodios de convulsiones, observar en solo una drección y usar una mano en actividades normales como tomar objetos.
Cuando los síntomas son copatibles con el síndrome, realizará algunas pruebas como encefalograma, pruebas genéticas, exploraciones oculares y resonancias magnéticas para dar un diagnóstico objetivo basándose en la historia clínica y los síntomas.
No existe una cura definitiva, pues un niño que padece del síndrome de Sturge-Weber lo padecerá durante toda la vida. Ahora bien, hay diferentes alternativas que le van a permitir aliviar los síntomas, como la migraña. Es decir, que el tratamiento va a depender directamente de los problemas que haya producido la enfermedad en el niño.