Un síntoma sobre el que abundan las recomendaciones, sin embargo, siempre deben chequearse con un especialista en salud.
Es muy común que los niños tengan fiebre, debido a las enfermedades e infecciones que contraen y es frecuente que los padres no sepan si implica un peligro o el por qué se produjo, o cuál es la mejor forma de medirla y manejarla.
FALSO: La fiebre no es dañina ni es una enfermedad, sino una respuesta del organismo ante una infección y también un mecanismo de defensa. Puede ser de mucho beneficio y hay que perderle el temor.
FALSO: La fiebre por lo general no excede los 42°C y a esa temperatura no se ha demostrado que exista daño en ningún órgano del cuerpo, incluido el cerebro.
Cuando la temperatura del cuerpo sobrepasa los 42°C se denomina hipertermia, que sólo se produce en condiciones muy especiales, cuando el cuerpo ha perdido la capacidad de autorregulación o cuando las condiciones ambientales son muy adversas. La hipertermia no ocurre en condiciones normales de infección.
VERDADERO: La fiebre es la respuesta del organismo ante una infección, no una enfermedad. Los medicamentos antipiréticos se logran bajar la temperatura del cuerpo, es decir, controlan la fiebre, pero no son remedio para la enfermedad que la causa.
FALSO: El aumento de la temperatura corporal es beneficioso cuando hay una infección. Se ha demostrado que los mecanismos de defensa son más eficientes a temperaturas algo más elevadas que la normal y se ha visto que los virus y bacterias se multiplican menos cuando se produce fiebre.
VERDADERO En niños se recomienda tomar la temperatura de manera axilar, ya que es lo menos invasivo, y con un termómetro digital. Los termómetros convencionales de mercurio tienen el inconveniente de ser frágiles, se pueden romper, y el mercurio es tóxico.
FALSO: Estos pueden provocar escalofríos y aumentan la temperatura. Además, a los niños los hacen sentirse incómodos y molestos.
FALSO: Nunca debe usarse alcohol para uso externo debido a que puede producir intoxicación al absorberse por la piel.
FALSO: Los niños están en permanente contacto con bacterias y virus. Estudios demuestran que las infecciones ayudan a que el mecanismo inmune se mantenga alerta.
VERDADERO: Cuando sube la temperatura, el organismo reacciona poniendo en marcha los mecanismos para perder calor. Uno de ellos es la transpiración, lo que se traduce en una mayor pérdida de agua que hay que reponer para evitar la deshidratación.
FALSO: La magnitud de la temperatura no permite diferenciar el origen viral o bacteriano de la enfermedad. Tanto virus como bacterias pueden producir temperaturas altas.
VERDADERO: Si un recién nacido tiene temperatura elevada y las condiciones ambientales o el sobre abrigo no permiten explicar esta alza térmica, se debe consultar sin demora.
VERDADERO: El aumento de la temperatura provoca un aumento en la frecuencia respiratoria y la frecuencia cardiaca. Se debe acudir a urgencia si la dificultad respiratoria continúa una vez controlada la fiebre.
Fuente: Departamento de Pedaitría, Clínica Alemana