¿Quién no ha tenido miedo alguna vez? A los payasos, a la oscuridad, a los insectos, a estar solo en casa, etc. Como adultos somos “capaces” de controlar esa emoción, en cambio, a nuestros hijos les resulta más difícil.
“El miedo es una emoción básica, es algo común en los niños, ya que forma parte de su desarrollo“.
Es una emoción evolutiva, es decir, no siempre se tienen miedo a las mismas cosas ya que estos van siendo distintos a medida que el pequeño va creciendo.
El miedo es lo que sentimos ante una situación que consideramos peligrosa, ya sea real, como por ejemplo un perro con el que me cruzo o una situación imaginaria, como puede ser una pesadilla o pensar que voy a suspender un examen.
“No olvidemos que el miedo, como todas las emociones, se viven de forma subjetiva”.
“En inteligencia emocional, cuando hablamos de emociones, nunca decimos ni que sean buenas ni malas. Sí que pueden trasladarnos a situaciones desagradables o agradables, pero todas las emociones deben ser validadas, ya que son nuestras y nos pertenecen“,
explica Marga Santamaría.
El miedo es bueno en el sentido de que nos está informando en ese momento y en esa situación concreta, de que nos faltan recursos para enfrentarnos a lo que tenemos delante, ya sea un monstruo, un payaso, mi primer día de conducción. Por lo tanto, una vez que hemos tomado conciencia de esa emoción, podemos empezar a a ver cuáles son esos recursos que pueden faltar para hacer frente a esa situación.
“El miedo nos mantiene en alerta, nos saca de la zona de aletargamiento y pone todos nuestros sentidos a trabajar. El miedo, también, puede educar a los niños,enseñarles a cuidarse y a defenderse de algo que puede representar un peligro para ellos”.
Por otro lado, el miedo puede considerarse ya un fracaso anticipado, ya que son muchas las veces que no hacemos algo por miedo al fracaso o a que me pase algo. “Muchas veces tenemos miedo a posibles experiencias que pueden pasar y que luego nunca pasan“, añade.
Santamaría también nos dio las claves para que, como padres y en nuestro día a día, podamos ayudar a a los niños a hacer frente esta situación:
“En muchas ocasiones, los miedos de nuestros hijos e hijas nacen como consecuencia de los miedos de los padres, de las situaciones personales de los adultos y/o de alguna historia traumática ocurrida en el pasado”.
Es muy frecuente que las madres o los padres limitemos la actividad de nuestro hijo por nuestros propios miedos, es decir, como a mí me da miedo patinar, no dejo que mi hijo lo haga, como a mí me da vértigo subir a la noria, no dejo que mi hija lo haga y así.
“Nuestros hijos aprenden de lo que ven”.
De: Guía Infantil