La lectura en los niños siempre va a ser un asunto de importancia para los padres de familia. Leer, una palabra de dos sílabas, cuatro letras pero con un sinfín de posibilidades.
Desde novelas de aventuras, hasta los más tiernos poemas, pasando por las páginas de libros con enseñanzas de todo tipo. En definitiva, una actividad que no solo distrae sino que tiene muchísimos beneficios para pequeños y grandes y que debe inculcarse desde la más tierna infancia.
¿Cómo integrar la lectura como un hábito desde edades tempranas? Desde el portal EDUCANDO se brindan varios consejos que tienen como fin último que los libros se conviertan en compañeros inseparables de los niños. Un acierto que acercará a los más pequeños uno de los grandes placeres de la vida y una gran actividad de ocio.
Prepara el ambiente
El hogar donde vive el niño debe transformarse en un espacio que invite a la lectura. El primer paso para ello debe ser la reducción del número de distracciones. El lugar donde se lleve a cabo esta actividad debe presentar una ausencia de ruidos o de pantallas, como televisores. Otros puntos que deben tenerse en cuenta son:
- Tener el material preparado
Los libros que se vayan a leer deben estar al alcance de la mano, algo que parece evidente. Pero, de esta manera no se interrumpirá la actividad en la búsqueda de ejemplares y se facilitará la lectura desde un primer momento.
- Redes sociales e internet lejos
No hay nada más peligroso para la concentración como estos elementos. Mejor evitar la tentación de las pantallas para responder a un mensaje o mirar un vídeo.
- Nada de molestia
Los padres deben evitar las molestias externas en los más pequeños. Nada de gritos, voces o preguntas innecesarias.
- Límite temporal
No hay que ver la lectura como una obligación continuada, el límite de esta actividad debe ser el cansancio. En caso contrario puede producirse un rechazo hacia los libros.
- Dirigir de forma adecuada la atención hacia la lectura.
Revisar el punto de partida
Los padres también deben tener en cuenta la situación de la que parten los más pequeños. Una buena base agiliza las cosas, en caso contrario toca ponerse a trabajar en la búsqueda del éxito:
– Analizar si existe problemas. Trastornos como la dislexia en los más pequeños pueden hacer que el desarrollo de la lectura en los más pequeños cueste y que tengan un rechazo inicial a los libros.
– Predicar con el ejemplo. Nunca es suficiente, siempre se debe recordar: los padres son el espejo en el que se miran los más pequeños. Si los padres leen, los hijos resultarán igual.
– Planificar una biblioteca. ¿Existe en casa un fondo de libros adecuado para los más pequeños? Toca revisar sus gustos y adquirir ejemplares que inviten a los más pequeños a acercarse a ellos.