Actualmente, existe mucha controversia a la hora de suplementar o no con vitamina D a los lactantes por debajo de los seis meses, entendiendo que la leche materna es alimento suficiente y que su concentración vitamínica es muy elevada.
Sin embargo, “los pediatras aconsejar dar vitamina D a los niños desde su nacimiento“.
Es cierto que nuestros hábitos han cambiado y nuestro estilo de vida se aleja mucho de cuando la crianza tenía lugar a plena luz del sol. Ahora, los peligros de la luz ultravioleta hacen que los niños salgan al aire libre con más ropa de la necesaria y cubiertos de crema solar, de modo que los rayos de sol no penetren en su piel y no sinteticen vitamina D.
¿Qué es la vitamina D y para qué sirve?
Las vitaminas son compuestos que nuestro organismo necesita para crecer y funcionar con normalidad. La vitamina D está presente en todas las células de nuestro organismo.
“Es la responsable de la absorción del calcio, elemento imprescindible para la correcta formación y remodelación ósea“.
La vitamina D puede obtenerse de los alimentos como la yema de huevo o el hígado. También podemos adquirirla de suplementos vitamínicos o a través de la piel después de una exposición al sol.
Nuestro cuerpo sintetiza vitamina D de forma natural, aunque una exposición prolongada al sol puede provocar cáncer de piel o el envejecimiento prematuro de esta.
Cuando somos niños, es un componente fundamental, junto con el calcio, para que crezcamos sanos y fuertes, y nos ayuda a prevenir el raquitismo. Por otro lado, cuando nos hacemos ancianos, es imprescindible para evitar enfermedades óseas como la osteoporosis.
Tiene, por tanto, varias funciones pero las más importantes pueden resumirse en las siguientes:
- Ayuda al cuerpo en la absorción de calcio presente tanto en los alimentos como de los suplementos.
- Los músculos la utilizan para su movimiento.
- Los nervios para trasmitir mensajes al cerebro y a cada parte de nuestro organismo.
- El sistema inmune la utiliza para combatir a virus y bacterias.
Síntomas y consecuencias de la deficiencia de vitamina D
La deficiencia de vitamina D no ocasiona signos evidentes, pero sí podemos observar ciertos síntomas que nos hagan sospechar que necesitamos un aporte extra, como el cansancio, dolor en los huesos o debilidad muscular.
Es posible que esta carencia esté relacionada con una dieta inadecuada y poco saludable, pudiendo darse lesiones de alta consideración, como fracturas óseas, raquitismo o pérdida de masa ósea.
Otros factores relacionados con su déficit son los problemas de absorción intestinal, la falta de exposición a la luz solar o un mal funcionamiento del hígado y los riñones, siendo estos incapaces de transformar la vitamina D de la dieta en su principio activo. En algunos casos, parece que existe una estrecha relación con afecciones como la diabetes, el cáncer o enfermedades autoinmunes como la esclerosis.
Suplementos de vitamina D para evitar enfermedades
“Según La Organización Mundial para la Salud (OMS), el 42 % de los niños en el mundo presenta signos de desnutrición y raquitismo. Si bien este no es un problema tan acusado en el primer mundo, nos advierte de que los recién nacidos tienen una concentración de vitamina D muy baja”.
Teniendo en cuenta la importancia de las funciones metabólicas que desempeña y la falta de exposición a la luz solar, la OMS recomienda proteger a los neonatos con un aporte extra de vitamina.
La cantidad diaria recomendad dependerá de la edad, y será el pediatra el que nos indique la dosis más adecuada y el tiempo que debemos suministrarla. No hay que perder de vista que un exceso de vitamina D también puede resultar perjudicial.
La Agencia Española de Medicamentos y Productos sanitarios advierte de la concurrencia de casos graves de hipercalcemia en recién nacidos y lactantes asociadas a una administración diaria de colecalciferol muy superior a la recomendada.
Por su parte, la Academia Estadounidense de Pediatría, aunque reconoce que los umbrales que determinan la carencia de vitamina D y la ingesta diaria recomendada para niños siguen siendo objeto de debate, establece una dosis diaria recomendad de 400 UI (Unidades Internacionales) poco después del nacimiento y durante gran parte de la infancia.
«Es necesario seguir investigando antes de poder hacer recomendaciones específicas».
-OMS-
Fuente: Eres Mamá