Tu bebé ha nacido preparado para dormir bien. Aplica estas 5 pautas y favorecerás que su descanso sea perfecto.
Todos los bebés nacen preparados para dormir bien. Lo que ocurre es que al principio lo hacen a su manera, que no es la misma que la nuestra. Saberlo te ayudará a no agobiarte y a favorecer el descanso correcto de tu hijo.
¿La clave? “Respetar su ritmo inicial y al mismo tiempo crear un entorno y una rutina que, poco a poco, le ayuden a fijar buenos hábitos de sueño”. ¿Cuáles son las claves para conseguirlo?
El niño es muy sensible a tus emociones. Si te agobias al llevarle a dormir, lo notará y se tensará. Mantén una actitud relajada cuando le vayas a acostar y apaga el teléfono y otros elementos de distracción, para concentrarte en la tarea y disfrutarla con calma.
La habitación del bebé debe tener luz natural, ventilarse a diario y ser silenciosa. Aunque uses algún dispositivo “vigila bebés”, es preferible que se encuentre cerca de la tuya.
La temperatura debe oscilar entre los 20 y los 22°C y es bueno que haya cierto grado de humedad, para prevenir la sequedad de piel y mucosas.
Si el ambiente es muy seco, puedes poner un humidificador de vapor frío (una hora antes de acostar al niño) o colgar un recipiente con agua en el radiador. Eso sí, coloca el humidificador lejos de sus manitas y no pongas la cuna cerca de un radiador o fuente de calor ni junto a cortinas largas.
Los textiles (cortinas, alfombras, cojines, etc.) tienen que ser de fibras naturales para evitar alergias. Y que se puedan lavar con facilidad, ya que es muy probable que se manchen.
Es recomendable que las ventanas estén vestidas con visillos cortos traslúcidos y ligeros (comprueba que el niño no puede llegar a sus cuerdas en ningún caso), que permitan aprovechar la luz natural, y no se aconseja el uso de moquetas, porque acumulan gran cantidad de ácaros.
Las luces de la habitación del pequeño deben ser suaves e indirectas, para evitar que incidan en sus ojos, y moverse con facilidad, para ajustarse a las necesidades.
Es el mueble más importante, adquiérelo en un establecimiento de garantía. Y ten en cuenta:
Nada es más eficaz para lograr que el bebé duerma bien que inculcar rutinas de descanso. Aunque hasta los 3-4 meses no será capaz de dormir sin despertarse para comer (algunos tardan más) es esencial que establezcas un orden de actividades previas al sueño cuanto antes. Empieza a ponerlas en práctica hacia las 6 semanas de vida:
En la habitación del niño sigue la máxima de “menos es más”. En las primeras semanas de vida, los ojos del niño no serán capaces de distinguir bien formas y colores, pero cuando lo haga tener demasiada estimulación en la habitación puede interferir en su descanso.
Es mejor que las paredes y la ropa de cuna tengan colores suaves, que inviten al sueño y no alteren sus nervios. El exceso de juguetes, además de resultar peligroso, puede estimular demasiado al niño: poner un móvil en la cuna, para que se distraiga cuando se despierte, y un doudou, para que se sienta “acompañado”, es suficiente. Para mantener el orden, sitúa cajas y estructuras de almacenaje, así el cuarto estará despejado.
“Y recuerda que antes de acostarle es importante no practicar con él juegos o actividades muy estimulantes, que dificulten el modo en que concilia el sueño”.
Por: Redacción Pediatría y Familia