Síndrome de Rett, cómo afecta la capacidad motora y del habla del bebé

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Aunque es muy poco común, este síndrome, es un trastorno genético neurológico que afecta el adecuado desarrollo cerebral y afecta las habilidades motoras y del habla especialmente en las niñas.

Suele afectar a bebés entre los 6 y los 18b meses de vida, haciendo que presente dificultad para desarrollar acciones como gatear, sostener objetos con las manos, comunicarse o caminar.

En los pequeños con síndrome de Rett es evidente la dificultad para controlar los músculos y en algunos casos puede llegar a presentar convulsiones o discapacidad intelectual.

Síntomas

Los bebés con síndrome de Rett por lo general nacen después de un embarazo y parto normal. Aparentemente, la mayoría de los niños con síndrome de Rett crecen y se comportan de manera normal durante los primeros seis meses. Luego de eso, los signos y los síntomas comienzan a aparecer.

Los cambios más fuertes generalmente se producen a los 12 o 18 meses de edad, en un período de semanas o meses. Los síntomas y su gravedad pueden variar bastante de un niño a otro.

Entre los signos y síntomas del síndrome de Rett se incluyen los siguientes:

  • Crecimiento ralentizado Uno de los signos más comunes a simple vista es el tamaño de la cabeza del bebé (microcefalia) con un marcado impedimento en el crecimiento cerebral normal, es común que con el paso del tiempo otras partes del cuerpo también presenten retraso en su crecimiento.
  • Pérdida del movimiento y coordinación Puedes notar en tu niño dificultad para sostener algunos objetos o para gatera y caminar. La pérdida en el control de sus manos suele ser acelerada al comienzo de la condición.
  • Pérdida de la capacidad de comunicación. Los niños con síndrome de Rett pueden atravesar por una pérdida del habla repentina, teniendo que acudir a otras formas de comunicación para poder interactuar con su entorno.
  • Movimientos anormales de las manos El accionar con sus manos se convierte en una constante repetición de movimientos o acciones como retorcerlas, apretarlas, aplaudir o frotarlas.
  • Cambios en sus ojos. Su mirada suele ser muy fija y penetrante, así como pueden tener los ojos cruzados o cerrar un ojo a la vez.
  • Irritabilidad: pueden atravesar por periodos de descontrol y llanto sin alguna casa aparente.

En algunos casos, además de las afectaciones físicas, los niños pueden verse afectados en su funcionamiento intelectual.

No olvides consultar con tu pediatra si notas un crecimiento lento en alguna de las partes del cuerpo de tu pequeño, así como si notas cualquier pérdida clara de hitos previamente adquiridos en motricidad gruesa o motricidad fina.

Con información Mayo Clinic

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