Muchos padres se preguntan cuándo es el momento indicado para pasar al bebé de la cuna a la cama. Y aunque no hay una edad fija para todos, sí que se puede hablar de algunas señales que indican que es el momento adecuado. Entre ellas, que el niño sea muy grande y que ya se sienta incómodo en la cuna, o que sea muy nervioso, se ponga de pie y sea capaz de lanzarse al suelo.
Los expertos afirman que no hay una edad precisa en que se deba pasar a un niño pequeño de su cuna a una cama grande, aunque la mayoría de los padres lo hacen cuando sus hijos tienen entre 1 1/2 y 3 1/2 años de edad. Lo mejor, sin embargo, es esperar hasta que el niño tenga casi 3 años, puesto que muchos pequeños no están listos para este cambio.
Cuando vayas a pasar al niño de la cuna a la cama, cerciórate de elegir una cama que sea baja y en la que el niño pueda subirse y bajarse con facilidad, e instala barreras protectoras en los laterales que impidan que se caiga durante el sueño. Igualmente, no descuides la elección del colchón. Opta por uno que sea plano, firme, indeformable y transpirable, para impedir la acumulación de bacterias. En este sentido, el de látex es el más higiénico y el que mejor se adapta al cuerpo y a los movimientos que se hacen al dormir. Y por último, no prescindas de la almohada, porque ayuda a prevenir posibles deformaciones de la columna. Eso sí, de solo 3cm de altura y con agujeros anti ahogo que absorban posibles vómitos.
Asimismo, para facilitar la transición, sitúa la cama nueva de tu niño en el mismo lugar donde antes estaba su cuna. No tienes que empezar a usar inmediatamente sábanas y mantas de adultos. Puede que tu niño se sienta mejor si le dejas seguir durmiendo con su vieja cobija, aunque sea demasiado pequeña para una cama tan grande.
Dale ánimos a tu hijo llevándolo contigo a elegir su cama nueva (en el caso de que vayan a comprarla), o hablándole de su antiguo dueño (si van a usar una cama prestada de algún familiar o amigo).
Algunos niños se adaptan fácilmente al cambio, mientras que a otros les puede costar mucho. Cada niño es diferente, aunque no es raro que los primogénitos sean los que más se resistan a esta transición. Puede que tu hijo esté realmente apegado a su cuna y a todos los sentimientos que asocia con ella (comodidad, seguridad, protección…).