Marcela Moreno Wilches
El Dr. Leonardo Hormaza Laracuente, único pediatra certificado con dos subespecialidades, gastroenterólogo pediatra y hepatólogo de trasplante de hígado, se destaca por ser un dedicado profesional entregado al acompañamiento en el proceso de sus pacientes.
Desde pequeño fue apasionado por la medicina, especialmente cuando se enfrentó a una crisis de asma bronquial sin tener ningún antecedente sino como una respuesta de asma alérgico.
“En ese momento yo me quedé sin respiración y sentí que me podía morir y creo que desde ese momento yo decidí que yo cuando adulto quería ser médico porque yo no quería que le pasara eso a ninguno de mis hijos y quería estar preparado para atender a mis hijos si algo así pasaba y fue así que desde pequeño entendí que me gustaba mucho la medicina”, relató el Dr. Hormaza.
Durante sus estudios en la escuela superior se inclinó por la ingeniería, sin embargo, en su escuela hacían campañas de servicio a la comunidad y el especialista pudo estar en el Hospital de niños en Guaynabo, fue allí donde en una edad mayor pudo interactuar por primera vez con niños con algunas condiciones médicas.
Recuerda como una de las mamás de los pequeños le dijo que él sería un excelente médico y allí con la frase que hasta el día de hoy recuerda tomó la determinación de ser médico inclinándose por la pediatría, aunque en un principio le gustaba la oftalmología y la cirugía pediátrica.
Como pediatra sufría problemas gastrointestinales como síndrome irritable del intestino, reflujo y otras condiciones y como sabía lo que se sentía y lo que requerían los pacientes se inclinó por la gastroenterología para poder brindar un trato más cercano.
En cuanto a su especialidad en trasplante, recuerda que fue marcado por un paciente mexicano con un problema de hígado severo que no recibió tratamiento en México y decidió pasar la frontera para recibir atención en Estados Unidos.
“Uno crea una familia con estos pacientes, sobre todo con los pacientes crónicos porque tú los ves por muchos años y uno hace un enlace con esas familias y se vuelve casi que parte de la familia de ellos y recuerdo que lo más que me dio fue mucha tristeza con uno de mis pacientes y es que la hermanita de mi paciente termino teniendo una condición de hígado también y ese fin de semana que vinieron al hospital yo no estaba de guardia y la hermanita tenía una condición que no se conocía y terminó muriendo. La familia me llamó y cuando yo llegué me dio mucha tristeza, estas muertes duelen mucho, especialmente en casos de hígado donde uno sabe el que las condiciones son fuertes y la mortalidad es alta y uno espera que estas cosas no pasen”, relató el pediatra.
En cuanto al apoyo de otros médicos especialistas desatacó que es una suerte tener al Dr. Daniel Campo en Puerto Rico, otro especialista en trasplante de niños, ya que son pocos y menos pediátricos, “que Daniel siendo boliviano venga a darnos su granito de ayuda es una increíble aportación al pueblo”.
Los pacientes puertorriqueños antes debían ir a practicarse cirugías en Estados Unidos y estar lejos de su familia por lo menos durante los 6 meses de su recuperación. Ahora, pueden recibir la atención en la isla y estar cerca de sus familias que es muy favorable. Además, pueden recibir una atención de emergencia de trasplante mucho más rápido.
Seguir al paciente, ser dedicado, discutir los casos y estar pendiente de ellos en todo el proceso es clave para este especialista que se declara completamente amante de la medicina.