Guía Infantil | Lidia Nieto
Hay cosas que nunca dejarán de sorprenderme, como la última noticia que he leído estos días procedente de Reino Unido: ‘Las escuelas están retirando los relojes analógicos de las salas de examen ya que los adolescentes no pueden decir la hora’. No le di mucha importancia, hasta que un día estaba en la peluquería, pregunté la hora a una chica de 19 años y, en lugar de mirar el reloj de pared, consultó el móvil. ¡No era capaz de interpretar las agujas de reloj! ¿Qué está pasando? ¿Por qué los niños no saben leer la hora en los relojes analógicos? Me puse a investigar y esto es lo que he descubierto.
La razón por la que los niños no saben decir la hora
Todo surge a raíz de una queja de los estudiantes de bachillerato británicos. Al parecer, los chavales tuvieron dificultad para acabar las pruebas porque no podían calcular el tiempo que les restaba para terminar los exámenes, y es que en todas la aulas había colgados relojes analógicos, es decir, de los que llevan manecillas. Los jóvenes se han acostumbrado a los dispositivos digitales y aquí tenemos una de sus consecuencias.
“La generación actual no es tan buena para leer la esfera del reloj tradicional como las generaciones anteriores“, ha manifestado Malcolm Trobe, subsecretario general de la Asociación de Líderes Escolares y Universitarios (ASCL) y añade: “Están acostumbrados a ver una representación digital del tiempo en su teléfono, tableta o en su ordenador, casi todo lo que tienen es digital“.
Tener un reloj tradicional en las escuelas podría ser una causa de estrés innecesario, por lo que muchos profesores de UK han optado por cambiarlos. Las escuelas están tratando de hacer que todo sea más tranquilo para los alumnos durante sus exámenes.
“No queremos que estén todo el rato levantando la mano para preguntar la hora“, ha comentado algún maestro. Y, aunque hay gente de la vieja escuela como a mí que esta decisión nos parezca una medida un tanto rara y sobre todo triste, en realidad existe una gran ventaja en el uso de relojes digitales en las salas de examen, porque es mucho menos probable confundir una hora cuando se trabaja en contra reloj.
Esta situación no solo se está dando en Gran Bretaña. Una encuesta de 2017 en Oklahoma City encontró que solo 1 de cada 10 niños en la ciudad entre las edades de 6-12 poseía un reloj. De ese número, solo 1 de cada 5 sabía leer los relojes analógicos. Y, por lo que he podido experimentar, en España vamos camino de ello.
Consecuencias de los dispositivos digitales en el día a día de los niños
Los niños aprenden las horas en el colegio cuando llegan a segundo de primaria, pero el hecho de que usen dispositivos móviles para todo hace que con el tiempo se vayan olvidado. Esta es sin duda la primera de tantas consecuencias de las nuevas tecnologías en la vida de los chavales.
Otra muy importante es que cada vez más a los niños les cuesta sostener el lápiz o los bolígrafos, ya que se están acostumbrando a escribir en el teléfono móvil con su dedo y no desarrollan los músculos. Por eso, como me dijo la psicóloga de la escuela infantil antes de que mi hija pasase al colegio: “Es importante que los niños os vean leer, pero más aún que os vean escribir”. Desde entonces, hemos recuperado ‘viejas tradiciones’ como hacer la lista de la compra a mano en una hoja en blanco.
En relación con el hecho de agarrar un lápiz, está la cantidad de faltas de ortografía que cometen los niños de hoy en día. Quieren hacerlo todo con rapidez y esto hace que utilicen muchos emoticonos y que abrevien mucho las palabras, lo que deriva en que dudan si una palabra se escribe con b o con v o con j o con g.
Eso por no hablar de otro tipo de consecuencias más conocidas por todos: obesidad (los niños están todo el rato pegados a la pantalla y no hacen ejercicio), aislamiento (permanecen en casa con el móvil o la consola y no salen a jugar a la calle, ¡con lo divertido que es!), agresividad (muchos videojuegos son de lucha y de matar, lo que les hace más competitivos y que se enfaden con mayor facilidad), falta de habilidades comunicativas y sociales (solo se relacionan por red, así que cuando están frene a alguien, se quedan callados porque no saben qué decir).
Casualmente, esta noticia surgió en mi vida un mes antes del cumpleaños de mi hija de 8 años. Me pidió un reloj y, por supuesto, se lo he comprado, pero ¿adivinas? No es digital, es analógico. Quizás sea contraproducente, porque puede que con los años terminen desapareciendo, pero hasta que este momento llegue, yo solo quiero que cuando sus abuelos le pregunten la hora, ella sepa contestar independientemente de si tiene un reloj analógico o digital en su muñeca.