Después de que tu hijo sufre una caída debes asegurarte de que no tenga una herida grave, una fractura en algún hueso, una contusión u otro daño interno como una lesión grave en la cabeza (una fractura craneal o intracraneal, por ejemplo).
Las caídas pueden ser serias, pero como los huesos de los bebés y niños menores de 3 años son suaves, no se fracturan tan fácilmente como los de un niño mayor.
Si tu niño se ve bien y te parece que actúa de manera habitual, es posible que la caída no le haya causado una lesión seria. De todas formas obsérvalo cuidadosamente durante las 24 horas siguientes, particularmente si se golpeó en la cabeza.
Si tienes dudas sobre la gravedad del golpe, o si tu niño actúa irritable o parece confuso, no está de más ser precavida. Llévalo al médico para una revisión.
No es necesario mantener a tu hijo despierto después de una caída, sin embargo, si no se duerme será más fácil observar si está bien.
¿En qué casos debo llevar a mi bebé a emergencias?
Llama a los servicios de emergencia si tu hijo presenta los siguientes síntomas después de una caída:
- Pierde el conocimiento: Si tu hijo no está respirando, pide a alguien que llame al servicio de emergencia mientras le aplicas reanimación cardiopulmonar hasta que la ayuda llegue. Si estás sola, dale reanimación por dos minutos y después haz la llamada.
- Tiene un sangrado que no se detiene aplicando presión.
- Se convulsiona.
- Está respirando pero no te responde: Si tu niño está inconsciente después de la caída o no lo puedes despertar después de que se durmió, por ejemplo.
Qué más debo hacer
- Señales de que se rompió un hueso, como una deformidad que salta a la vista, una torcedura que se ve muy rara o un brazo o una pierna que parecen fuera de su alineación normal.
- Señales de una posible fractura de cráneo. Un área que se siente suave, inflamada en el cuero cabelludo, especialmente si está en un lado de la cabeza (arriba o atrás de la oreja), sangre en la parte blanca de los ojos o líquido rosa o con sangre saliendo de la nariz u oído.
- Señales de que sufrió una contusión, como vómitos persistentes o demasiada somnolencia. Dependiendo de su edad, observa si hay cambios en su forma de gatear o caminar, si está mareado o le duele la cabeza, presenta debilidad o confusión, o problemas para hablar, ver o en sus habilidades motoras.
- Señales de una posible lesión cerebral, como cambios en el tamaño de la pupila y movimientos inusuales de los ojos.
- Llora o grita por mucho tiempo. Eso podría indicar una herida interna, como por ejemplo una hemorragia abdominal.
Si solo le sale el chichón…
Cuando “sólo” se trate del chichón, sin herida, y salvo el dolor, el niño se encuentre bien:
- Aplica el hielo durante 20 minutos, descansa otros 10 y vuelve a aplicarlo, hasta completar por lo menos una hora. El hielo cierra los vasos sanguíneos que se han roto, calma el dolor y baja la inflamación, pero esta terapia únicamente es efectiva tras el golpe; de poco sirve días después.
- Además, puedes aplicar algún producto, crema o stick a base de árnica o con pentosano polisulfato sódico, indicado para hematomas (pregunta en farmacias).
El día del golpe, durante el sueño nocturno conviene que despiertes al niño cada tres o cuatro horas para comprobar si su estado general es correcto. No es preciso levantarle ni someterle a un interrogatorio. Tú conoces bien sus reacciones normales.
Si te reconoce y sabe dónde está, si quiere agua, el chupete o pide que le dejes, es suficiente. Aunque un chichón normal, sin otras manifestaciones, no precisa la atención del médico, por prudencia no está de más que lo vea su pediatra cuando tengas oportunidad.
En el caso de los menores de 1 año, tras un golpe deben acudir siempre al médico, especialmente si se han caído de una altura de más de un metro.
Atención a estos signos de alarma
Aunque lo normal es que el chichón no sea nada, pueden surgir circunstancias en torno a él que aconsejan acudir de inmediato a un centro de salud o de urgencias:
- Ha perdido el conocimiento (¡no le zarandees para que vuelva en sí!).
- Está confuso y muy irritable (llanto continuado, no se calma con mimos ni con tu voz, no quiere que le aúpes ni le acunes). O está más somnoliento de lo normal.
- Le resulta difícil estar de pie, coordinar los movimientos del gateo o mantenerse sentado.
- No acierta con las palabras y balbucea.
- Aparece sangre por la nariz o por los oídos (cuando el golpe no se ha producido ahí) o le sale un líquido claro.
- Además del chichón, surge un hematoma alrededor de los ojos o de las orejas.
- Sus pupilas no están iguales.
- En vez de inflamación hay una zona hundida.
Además, durante las 24 horas posteriores a un golpe en la cabeza hay que estar atentos a la posible aparición de síntomas que precisan atención médica. Entre ellos:
- Si dice que le duele la cabeza y el dolor no remite en un par de horas (no cuenta si el dolor es porque se toca el chichón).
- Si al preguntarle, te dice que no se acuerda del golpe ni sabe dónde tiene la “cabeza”.
- Vomita varias veces y no es por el berrinche.
- Tiene convulsiones o movimientos extraños o notas que no puede mover algún miembro
Redacción Pediatría y Familia