La Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por su sigla en inglés), que reúne a más de 67.000 profesionales de la especialidad en ese país, es clara: el castigo corporal o el uso de azotes como herramienta disciplinaria a largo plazo aumenta la agresividad en los niños pequeños y es ineficaz para enseñar la responsabilidad y el autocontrol.
De hecho, nuevas evidencias sugieren que el maltrato puede causar daño en el desarrollo normal del cerebro. La academia no solo se centra en el castigo físico, sino también en el maltrato verbal a modo de humillación, pues varias investigaciones han demostrado que gritar a un niño o avergonzarlo puede elevar las hormonas del estrés y provocar cambios en la arquitectura del cerebro.
“El abuso verbal severo también está relacionado con problemas de salud mental en preadolescentes y adolescentes”, dicen los pediatras norteamericanos.
Justamente por eso, esta semana la AAP pidió nuevamente prohibir el castigo corporal y psicológico e informó, en ese sentido, que actualizó sus políticas sobre este tema con nuevos recursos en relación a cómo se les debe criar y sobre las herramientas pensadas para padres y médicos.
En concreto, la academia presentó su política interna ‘Disciplina efectiva para criar niños sanos’, que tuvo en cuenta la evidencia científica más reciente.Estudios reveladores
La academia argumentó su petición con los estudios más recientes en la materia, aclarando que no hay literatura científica que respalde beneficios del castigo físico a largo plazo.
Una investigación del 2014, por ejemplo, usó grabaciones de voz para explorar las interacciones entre padres e hijos durante las actividades diarias.
Y aunque la mayoría de los padres utilizaron una estrategia disciplinaria verbal antes del castigo corporal, en 15 de las 33 familias seguidas (45 por ciento) se acudió a agresiones físicas luego de 30 segundos en promedio y en el 73 por ciento de los casos los niños retomaron el mismo comportamiento por el que habían sido castigados.
Los pediatras también presentaron evidencia positiva a factores de los padres asociados con el castigo corporal, como la depresión que pudieran tener y si en su infancia también recibieron este tipo de maltratos; esas situaciones inciden en estos comportamientos.
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Y, por otra parte, analizaron efectos conocidos del maltrato infantil. Un estudio de cohorte longitudinal que siguió a más de 5.000 niños nacidos entre 1998 y el 2000 concluyó que los de 3 años que fueron azotados más de dos veces al mes fueron más agresivos cuando tenían 5 años y mostraron comportamientos negativos y puntajes de vocabulario más bajos cuando tenían 9.
También se ha encontrado que el castigo corporal a niños menores de 18 meses de edad aumenta la probabilidad de lesiones físicas crónicas, que el uso repetido de esta violencia puede llevar a un comportamiento agresivo y a altercados entre el padre y el niño; también a que haya aumento de las agresiones a otros menores de edad.
En general, estas reprimendas están asociadas a un mayor riesgo de trastornos de salud mental y a problemas cognitivos; incluso, los golpes y el abuso verbal se han relacionado con cambios en la anatomía del cerebro.Y entonces, ¿qué hacer?
“Los pediatras son una fuente de consejos para los padres sobre el manejo del comportamiento infantil, incluidas las estrategias de disciplina que se utilizan para enseñar el comportamiento adecuado a sus hijos”, recordaron los especialistas americanos en su nueva política.
Una encuesta de la academia del 2012 resaltó, en ese sentido, que más de la mitad (51 por ciento) de los pediatras consultados dijeron discutir con padres de niños de 0 a 10 años sobre disciplina en la gran mayoría de las consultas por otros temas.
Justamente, por eso, se animaron a dar consejos, desde la perspectiva médica, sobre cómo educar a padres en estrategias de crianza y en disciplina positiva y efectiva para los niños en cada etapa del desarrollo.
En primer lugar, aseguran, es esencial recordarles que las nalgadas no son una estrategia disciplinaria apropiada o efectiva, pues aunque parecen interrumpir el mal comportamiento de un niño, no son efectivas y en muchos niños aumentan la agresión y la ira en vez de enseñar responsabilidad y autocontrol.
La Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por su sigla en inglés), es clara: el castigo corporal o el uso de azotes como herramienta disciplinaria a largo plazo aumenta la agresividad en los niños pequeños y es ineficaz para enseñar la responsabilidad y el autocontrol.
De hecho, nuevas evidencias sugieren que el maltrato puede causar daño en el desarrollo normal del cerebro. La academia no solo se centra en el castigo físico, sino también en el maltrato verbal a modo de humillación, pues varias investigaciones han demostrado que gritar a un niño o avergonzarlo puede elevar las hormonas del estrés y provocar cambios en la arquitectura del cerebro.
“El abuso verbal severo también está relacionado con problemas de salud mental en preadolescentes y adolescentes”, dicen los pediatras norteamericanos.
Justamente por eso, esta semana la AAP pidió nuevamente prohibir el castigo corporal y psicológico e informó, en ese sentido, que actualizó sus políticas sobre este tema con nuevos recursos con relación a cómo se les debe criar y sobre las herramientas pensadas para padres y médicos.
En concreto, la academia presentó su política interna ‘Disciplina efectiva para criar niños sanos’, que tuvo en cuenta la evidencia científica más reciente.
La academia argumentó su petición con los estudios más recientes en la materia, aclarando que no hay literatura científica que respalde beneficios del castigo físico a largo plazo.
Una investigación del 2014, por ejemplo, usó grabaciones de voz para explorar las interacciones entre padres e hijos durante las actividades diarias.
Y aunque la mayoría de los padres utilizaron una estrategia disciplinaria verbal antes del castigo corporal, en 15 de las 33 familias seguidas (45 por ciento) se acudió a agresiones físicas luego de 30 segundos en promedio y en el 73 por ciento de los casos los niños retomaron el mismo comportamiento por el que habían sido castigados.
Los pediatras también presentaron evidencia positiva a factores de los padres asociados con el castigo corporal, como la depresión que pudieran tener y si en su infancia también recibieron este tipo de maltratos; esas situaciones inciden en estos comportamientos.
Y, por otra parte, analizaron efectos conocidos del maltrato infantil. Un estudio de cohorte longitudinal que siguió a más de 5.000 niños nacidos entre 1998 y el 2000 concluyó que los de 3 años que fueron azotados más de dos veces al mes fueron más agresivos cuando tenían 5 años y mostraron comportamientos negativos y puntajes de vocabulario más bajos cuando tenían 9.
También se ha encontrado que el castigo corporal a niños menores de 18 meses de edad aumenta la probabilidad de lesiones físicas crónicas, que el uso repetido de esta violencia puede llevar a un comportamiento agresivo y a altercados entre el padre y el niño; también a que haya aumento de las agresiones a otros menores de edad.
En general, estas reprimendas están asociadas a un mayor riesgo de trastornos de salud mental y a problemas cognitivos; incluso, los golpes y el abuso verbal se han relacionado con cambios en la anatomía del cerebro.Y entonces, ¿qué hacer?
“Los pediatras son una fuente de consejos para los padres sobre el manejo del comportamiento infantil, incluidas las estrategias de disciplina que se utilizan para enseñar el comportamiento adecuado a sus hijos”, recordaron los especialistas americanos en su nueva política.
Una encuesta de la academia del 2012 resaltó, en ese sentido, que más de la mitad (51 por ciento) de los pediatras consultados dijeron discutir con padres de niños de 0 a 10 años sobre disciplina en la gran mayoría de las consultas por otros temas.
Justamente, por eso, se animaron a dar consejos, desde la perspectiva médica, sobre cómo educar a padres en estrategias de crianza y en disciplina positiva y efectiva para los niños en cada etapa del desarrollo.
En primer lugar, aseguran, es esencial recordarles que las nalgadas no son una estrategia disciplinaria apropiada o efectiva, pues aunque parecen interrumpir el mal comportamiento de un niño, no son efectivas y en muchos niños aumentan la agresión y la ira en vez de enseñar responsabilidad y autocontrol.La maleta para el parto: un desafío extremo¿Cuál fue tu primer pensamiento cuando supiste que tendrías un hijo?VideoLa piloto que desde lo alto está siempre pendiente de la familia
“Es bueno reforzar la premisa de que se debe recompensar el comportamiento positivo”, manifestó Benjamin Siegel, pediatra coautor de la declaración de política.
“Los padres pueden establecer reglas y expectativas por adelantado. La clave es ser coherente en el cumplimiento de ellos”, agregó. Para la AAP, los pediatras pueden usar su influencia en las visitas al consultorio y así ayudar a los padres a formar la disciplina de sus hijos con estrategias apropiadas para cada edad.
Entre los consejos prácticos que dan, está enseñar a los niños la diferencia entre lo bueno y lo malo con palabras y acciones calmadas, aplicar reglas que sean claras y que ellos puedan seguir; ser firmes en el diálogo, escucharlos, prestar atención, reorientar positivamente los malos comportamientos y valorar cuando hay buenas acciones.
En cualquier caso, invitaron a visitar el portal healthychildren.org, donde brindan información sobre la disciplina y la crianza.
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