Redacción Pediatría y Familia
Se conoce como dentición al crecimiento de los dientes a través de las encías de la boca de los bebés y niños pequeños. Normalmente, este proceso comienza cuando el bebé tiene de 3 a 7 meses de edad.
Cuando un diente está a punto de brotar, al bebé se le inflama y enrojece la encía (los incisivos o centrales inferiores son los más precoces en salir, sobre el quinto o sexto mes). Es por ello que, hasta que los dientes logren romper la encía, los bebés pasan por una larga temporada de dolor, cambios bruscos de humor y extrema sensibilidad, ya que ante cualquier contrariedad responden con rabia y llanto.
Según los pediatras, la salida de los dientes es un proceso latoso, pero natural, en el cual sólo cuando el niño se siente muy incómodo se le recetan medicamentos. Para atenuar las molestias resultan muy eficaces los mordedores, sobre todo los que pueden enfriarse en la nevera, ya que el frío tiene un efecto antiinflamatorio y vasoconstrictor. Lo que no hay que hacer es congelarlos, porque podrían quemar la encía al bebé.
Asimismo, puede ayudarle masajear la zona dolorida con nuestro dedo índice, después de haberlo metido durante unos instantes en agua fría. También se puede hacer con un dedo de silicona específico para este uso (de venta en farmacias), o con un gel indicado para aliviar las molestias de la dentición en bebés.
Igualmente, observarás que tu bebé, al tocarse con la lengua las encías inflamadas, segrega más saliva. A esto se une que como aún no sabe tragarla a un ritmo tan rápido, empiece a babear. Para evitar que el exceso de saliva le irrite la barbilla, lo mejor que puedes hacer es ponerle un babero para limpiarle enseguida, cada vez que lo necesite, y cambiárselo por otro seco cuando lo empape.
Otra molestia provocada por la erupción dentaria es la mayor irritación del culete, que se debe a que la dentición cambia el pH de la saliva, volviéndola más ácida. El niño se la traga y su orina también se vuelve más agresiva para su delicada piel. La solución es cambiarle el pañal en cuanto lo moje.
Por último, recuerda que al contrario de lo que a veces se piensa, la salida de los dientes no da fiebre. Por eso, si el bebé presenta un aumento en su temperatura, mientras está brotando sus dientes, es fundamental llevarlo al pediatra. Igualmente, tampoco es verdad que cause diarrea, aunque sí es cierto que, como el niño segrega y traga más saliva, hace su deposición más blanda.
Aunque la salida de los dientes de leche suele ocurrir entre los 6 meses y los dos o tres años (dependiendo del niño), este amplio periodo de tiempo no significa que estén en todo momento afectados por ellos. Normalmente, hay intervalos temporales entre incisivos inferiores, superiores, molares y colmillos. Algunos les costará sacarlos más que otros, pero no suelen suponer una molestia constante para los bebés.