Hasta que los niños no mastiquen de la forma correcta, se recomienda no incluir los frutos secos y semillas debido al riesgo latente de atragantamiento y asfixia. Sin embargo, profesionales del área de la nutrición recomiendan estos alimentos como complementos para los desayunos y meriendas.
Los frutos secos son una fuente natural de energía y grasas saludables. Se consideran una de las proteínas que no puede faltar en la dieta alimentaria de los niños, principalmente las avellanas, las almendras, nueces, lino, semillas de girasol, pistachos, cacahuates, entre otros.
Los ácidos grasos que son aportados por este tipo de alimentos son vitales para la formación de las membranas celulares, que en los niños, se encuentran en pleno crecimiento y desarrollo. Los frutos secos están libres de colesterol, y al ser ricos en fibra favorecen un tracto intestinal correcto.
Frutos secos en el desayuno
Con las prisas de las mañanas de niños y adultos, es muy poco probable que podamos disfrutar de un desayuno nutritivo. Es por eso que los frutos secos pueden ser un gran aliado para aportar la energía necesaria que requiere el cuerpo de los niños para el día a día.
Frutos secos después de la actividad física
Los frutos secos deben ser la opción principal antes de optar por refrescos y bebidas energizantes, o alimentos que prometen ser fuente de energía.
Frutos secos en la merienda
Los frutos secos son más saludables que las barras de cereales, y mucho más que todas aquellas golosinas y snacks disponibles para los niños con el objetivo de entretener el hambre.
Beneficios de los frutos secos para los niños
Los frutos secos contienen minerales como el selenio, cobre y zinc.
Aporte de Selenio: Favorece el correcto funcionamiento del sistema inmune gracias a su poder antioxidante y la absorción de la vitamina E.
Aporte cobre: El cobre contribuye al transporte de hierro y a la absorción de la vitamina C. También favorece el mantenimiento de la estructura ósea del cuerpo.
Aporte de zinc: El zinc es necesario para el mantenimiento de las células intestinales, para la salud ósea y para el buen funcionamiento del sistema inmunitario.