Una de las preguntas que pueden surgir en torno a la alimentación de los bebés es la conveniencia de ofrecerles agua durante los primeros meses, pues para nadie es un secreto que es la principal bebida recomendada para niños y adultos por encima de cualquier otra alternativa.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) respondió esta pregunta frecuente argumentando que dar agua a los bebés más pequeños aumenta el riesgo de malnutrición y de sufrir diarrea: “l agua puede no estar limpia y provocar infecciones al lactante. Darles agua también puede hacer que beban menos leche materna o que dejen de tomar el pecho antes y, por tanto, causarles un problema de malnutrición”.
Es por ello que los expertos aconsejan que durante el periodo de lactancia y hasta los seis meses de vida, el bebé no consuma alimento diferente a la leche materna porque no lo necesita. Además, se ha comprobado que la leche de mamá está compuesta en un 80% de agua, especialmente en las primeras tomas.
Riesgo de hiponatremia
Los expertos la definen como una afección que se presenta cuando los niveles de sodio son anormalmente bajos en sangre y por lo general su aparición es consecuencia de tomar mucha agua.
Debemos tener en cuenta que los riñones de los bebés son especialmente delicados e inmaduros, de modo que el consumo de agua puede provocarles intoxicaciones debido al desequilibrio de los niveles de sodio en sangre.
La hiponatremia puede tener consecuencias fatales para la salud del niño, pues provoca convulsiones, espasmos, náuseas, vómitos, debilidad muscular, irritabilidad y en los casos más graves, la muerte.
¿Cuándo ofrecerles agua?
El consumo de agua debe iniciar con la alimentación complementaria, cerca de los seis meses de edad. Sin embargo, debemos tener en cuenta que muchos de los alimentos que le ofrecemos a los bebés tienen un alto porcentaje de agua, como las frutas y las verduras.
La alimentación complementaria no se trata de forzar al niño a comer determinado alimento, debemos tener en cuenta de que si el niño lo acepta, está bien, y si no, también está perfecto. Esto mismo sucede con el agua.