Una de las principales responsabilidades de los padres es guiar a sus hijos para que adquieran autonomía y seguridad. Sin embargo, el miedo a que los hijos sufran o se frustren, dificulta este proceso y lleva a que los padres caigan en la sobreprotección.
Según un estudio de la Sociedad Internacional de Trastornos Afectivos (ISAD, por sus siglas en inglés) la sobreprotección parental se ha implicado comúnmente con el desarrollo de los trastornos de ansiedad infantil. De hecho, se ha señalado que estos trastornos corresponden al 40 y 50 por ciento de las consultas de psiquiatría infantil. La ansiedad, producto de la sobreprotección, lleva a que el niño presente limitaciones que lo lleven a desarrollar conductas de evitación, es decir, eludir celebraciones, compartir con otros niños o hablar en público.
Asimismo, la sobreprotección lleva a que los niños generen un sentimiento de inutilidad, a que no aprendan a asumir responsabilidades, sientan miedo ante cualquier situación, no sean proactivos ni tolerantes a la frustración y a que muestren poco interés por conocer sus talentos. También, provoca que tengan un escaso desarrollo de sus habilidades, baja autoestima y que no enfrenten las consecuencias de sus actos.
Para evitar caer en la sobreprotección es importante que los padres le enseñen a sus hijos a aprender por sí mismos, a la vez de que los animen a vivir experiencias que les permitan equivocarse. Igualmente, los padres deben evitar asumir las responsabilidades de su hijo y, a la vez, deben conseguir que sus hijos trabajen en equipo.
Recuerde que aunque es normal que los padres se vean más preparados para afrontar ciertas situaciones en menor de tiempo y de mejor manera, es imperativo que también aprendan a equilibrar entre la autonomía que debe desarrollar el niño y la responsabilidad que tienen como padres.
