¿Eres madre y estás exhausta?: este es el Síndrome de Burnout

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Redacción Pediatría y Familia

Cuando una mujer se convierte en madre sufre innumerables cambios. No solo hablamos del agotamiento y recuperación física sino también del cansancio mental que trae, en ocasiones, sentimientos y emociones negativas a la mujer. Esto se debe a que la reciente madre evitará dejar de lado sus ocupaciones y velará por el bienestar de la familia.

Las nuevas responsabilidades, que surgen con la llegada o crianza de un nuevo bebé, se suman a una vida cotidiana que inevitablemente deja de ser igual. Durante el proceso de adaptación, un buen número de mujeres invierten toda su energía en todos los quehaceres. De esa manera, a pesar del cansancio que puedan sentir, se sienten satisfechas como madres. Estas imposiciones sociales y la capacidad -o no- de cumplir con todos los roles asignados, producen en la mujer un largo período de estrés.

A esto se le conoce en medicina y psicología como el Síndrome de Burnout. Aunque no se considera una patología meramente física, las señales de un cansancio extremo son los principales indicadores de esta afección descrita en 1960 y que no solo afectan a las madres estresadas. El síndrome puede padecerlo cualquier persona que permanezca en entornos que le causen estrés, fatiga, fracaso y baja autoestima.

¿Todas las madres agotadas padecen el Síndrome de Burnout?

La respuesta a esta pregunta es: NO. Es normal que los seres humanos tengan épocas en las que se sientan más cansados y desmotivados. Sin embargo, podrías considerar esta opción si crees que has atravesado o atraviesas alguna de las siguientes fases en las que el síndrome se desarrolla.

Fase de entusiasmo: Parece que tendrás un buen día, sientes la energía correr por tu cuerpo y el deseo de realizar múltiples actividades. El mundo cotidiano nos estimula y nos impulsa a plantearnos nuevas metas. Y en caso de estar en medio de un conflicto, confías en encontrar una pronta solución sin preocuparte.

Fase de estancamiento: De repente, sin mayor aviso, descubrimos que todas nuestras expectativas no van a realizarse. Notamos que nuestro deseo por cumplir con todos los propósitos, no logra cubrir todas las metas autoimpuestas.

Fase de frustración: Desde este momento comienzan los problemas físicos y emocionales. Un día te levantas sintiendo tristeza, enojo y cansancio. Emociones y sensaciones negativas que permanecen y que no cambian a pesar de los nuevos acontecimientos que estamos viviendo.

Fase de apatía: Al estar en esta fase, ya nada nos llama la atención. Por lo general, pensamos que ninguno de nuestros planes se hará realidad, por lo que no tiene sentido recrear nuevas ilusiones.

Fase final o burnout: El estrés acumulado se desborda con síntomas físicos y psicológicos que nos impiden llevar una vida normal. Entramos en una etapa en la que los nervios están exacerbados, cualquier cosa nos fastidia o molesta y generalmente, pensamos que somos malas madres o mujeres que fracasan en el intento de serlo.

De acuerdo con los especialistas, uno de los mejores tratamientos para el síndrome de Burnout es mantener el contacto social con amigos, compañeros o familia. También es importante dedicar un tiempo diario para nosotras mismas, con el fin de recobrar nuestra autoestima y ser conscientes de todas las cualidades que nos hacen excelentes madres.

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